En unos días se inaugura el aeropuerto de Corvera. El primer vuelo aterrizará en su pista después de trece años jalonados de polémicas, tribunales y gastos millonarios para todos los murcianos (en los peores momentos de la crisis) que costará recuperar en los próximos lustros.

Si aplicamos algo de indulgencia, la cosa no ha ido tan mal como en Berlín, cuya terminal de Brandenburgo va camino de los veinte años desde que se proyectó y todavía no se ha puesto en servicio. Acumula dilaciones, chapuzas de diseño y construcción y sospechas de extraños sobreprecios que han triplicado su presupuesto. Sí, sí, en Alemania. Por no hablar del proyecto de Notre Dame des Landes, en Nantes, ideado en 1963 por el régimen gaullista y que en 2018, 55 años después, fue eliminado por el presidente Macron de la cartera de obras pendientes ante la persistente resistencia de los 'galos' naturalistas.

Volviendo a Corvera, lo que se planteó como un negocio privado redondo ha terminado en un servicio de gestión pública que tiene que demostrar su viabilidad económica y su rentabilidad social. Los mimbres para ello no son negativos dado que hereda la actividad del de San Javier, uno de los aeropuertos que no da pérdidas (en cómputo de varios años) y que no es tan modesto en actividad como piensan algunos. El nuevo aeródromo no va a transformar la Región en la California europea que algunos soñaron a principios de este siglo. De repente, no se van a crear decenas de miles de puestos de trabajo, ni se implantarán docenas de empresas punteras en tecnología y logística. Tampoco atraerá a millones de turistas ávidos de conocer nuestra oferta de ocio. Su actividad comenzará gradualmente a coger pulso entrada la primavera con la presencia de las conexiones de temporada hacia el Reino Unido, Bélgica, Chequia y Noruega. Confío en que lleguen otros destinos.

Irá espumando lentamente pero de forma sostenida en el tiempo. Siempre (hay que asumirlo) a la sombra de Alicante-Elche que mueve ya casi quince millones de pasajeros al año cuando Corvera nace con el reto de superar en 2019 el listón del millón doscientos mil.

Pero es 'nuestro' aeropuerto. Vendrá a apuntalar la identidad regional, superará con paciencia aquél récord del 2007 de dos millones dos mil viajeros y contribuirá a impulsar la economía sin estridencias ni superlativos. Sea bienvenido.