Un fantasma recorre España. Es el fantasma del trifachito. El pacto a tres bandas que se han marcado VOX, PP y Cs en Andalucía para tomar el poder en la Junta, junto a alguna encuesta encargada ad hoc por cierto rotativo conservador, anuncia un año político cargadito de citas con las urnas y de palmadas en frente. El frente nacional, concretamente.

Entre los novios de la muerte implicados en esta curiosa relación poliamorosa, esto es Casado, Abascal y Rivera, hay cómo no un pagafantas, fácil de deducir siguiendo la pista cromática. En efecto, los de Ciudadanos, que se abrazaron al anticatalanismo y se envolvieron cual kebab mixto en la bandera persiguiendo un suculento nicho electoral, corren el riesgo de que su triángulo de amor bizarro se convierta en un nicho de los de verdad, con cruz, epitafio y crisantemo, y marco para foto carnet. En la urna (es un decir) de al lado, y como aviso a caminantes, descansa UPyD. En paz, mucha paz, eso sí. Se lamenta el sector moderado de los de naranja del magreo que ha habido que pegarse con los ultras de VOX para tocar poder andaluz, y advierten del peligro de perder a ese electorado urbano aún seducido (pero ya empezando a oler a chamusquina) por la imagen liberal, tecnocrática y regenerativa con que saltó a escena su partido entre promesas europeístas y firmeza contra la corrupción. Y que igual no traga con ir de la mano de esa versión cañí de Trump, Salvini o Bolsonaro llamada Santiago Abascal.

El pack de conservadores y ultraderecha que llega ahora al Palacio de San Telmo viene además apadrinado (perdón) nada menos que por don Josemari Aznar, que es ese señor que te invita a la boda de su hija y te crees que estás en un módulo de Soto del Real. El resto de la familia del expresi (dente) acaba de saltar a los medios tras la condena a su señora, Ana Botella, por malvender vivienda pública de Madrid a fondos buitre. ¿Y el hijo que falta? Sí, claro. Josemari júnior. Dirige el mayor fondo buitre de gestión inmobiliaria del país. Gente bien. Que a veces te hace una oferta. Una que no puedes rechazar.

¿Y cuál es la oferta, el programa, con que el trifachito promete la Reconquista en este intenso año electoral? Pues a lo que parece un viaje. En el tiempo. Hacia atrás, claro. Un salto a esa etapa preconstitucional sin autonomías, ni matrimonio homosexual, ni leyes de violencia de género. Esa España cristiana sin inmigración ni feminismo ni derechos LGTBI ni hostias en vinagre donde los machos ibéricos alfa podían pasear a caballo con la pistola al cinto o recibir a oscuros hombres de negocios durante las bodas familiares. Donde las peras no se mezclaban con las manzanas y los inquilinos desahuciados salían ordenadamente -sin PAH en la puerta- en dirección al arroyo. Donde la corrupción sistémica jamás llegaba a los medios (no digamos ya a los juzgados) y tres de los cuatro idiomas de la nación estaban proscritos.

Por supuesto se fomentará que las mujeres vuelvan a la capilla, la crianza y la cocina, pero no cabe albergar esperanzas de que la natalidad repunte tras un 2018 que ha marcado mínimos históricos: el programa económico del trifachito consiste en continuar privatizando y desmantelando los servicios públicos, desprotegiendo el derecho a la vivienda y precarizando a la clase trabajadora, hasta hacer casi imposible un proyecto de vida digna que incluya formar una familia. El guión a seguir es el de un capitalismo salvaje, incompatible con la vida. Perseguir a las mujeres que decidan interrumpir el embarazo de poco va a servir para cambiar esta tendencia.

Feliz año nuevo, a ti que me lees (y por cierto muchas gracias), pero con una condición: luchar contra esto. Ya os lo iré recordando por aquí todos los martes. Con el amor de siempre, pero con una miajica más, si eso, de presión.