Desde que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno, las derechas de este país y sus voceros andan insultando al político del PSOE: traidor, embustero y hasta de cobarde. A Pedro Sánchez se le podrán decir muchas cosas, esas y otras, pero que cobarde, que es lo último que alientan desde los medios de comunicación estos mentecatos, no me lo creo o es cosa de no saber de dónde viene.

Lo digo por todo lo que ha tenido que hacer para ganar en primarias dos veces la secretaría general de su partido y para presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno, teniendo como contrincante a la mismísima Susana Díaz, de Andalucía. Después, sin esperarlo nadie, ganar una moción de censura en el Congreso de Diputados para echar a Rajoy de la Moncloa, y ahora por diversos motivos programáticos, y apoyado, sobre todo, por Podemos, hacer más cosas, en siete meses, de interés para los ciudadanos españoles que en siete años el anterior Gobierno. No se hace acreditativo del secretario general, digo yo, el llamarle cobarde.

En la vida y en la obra de Arturo Pérez Reverte juegan un papel importante quienes son valientes o son cobardes, tengan otras capacidades o habilidades, virtudes o vicios que podrían valorarse, pero la valentía en sus personajes es el ingrediente más valorado por el escritor. Así, y por poner un ejemplo, en el capítulo primero de su Alatriste La taberna del turco dice del personaje nada más comenzar la novela: «No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente».

He sido testigo, por amistad con él y por los trabajos que he realizado sobre la obra de Arturo, de este engranaje en su literatura: los hombres valientes, así como el desprecio a los cobardes. Y su palabra en este terreno es muy valiosa. Así, hace unos días le hicieron una entrevista en La Sexta y una de las preguntas era sobre Pedro Sánchez, cómo lo veía. Confirmaba Arturo que le parecía un hombre valiente al que habrá que seguir, porque hace cosas y trabaja bien, pero aún hay que esperar. En principio, añadió que le caía muy bien por esa virtud, la valentía.

Y fue el pasado viernes cuando, en una rueda de prensa, Pedro Sánchez explicó lo que se ha hecho desde que hay un nuevo Gobierno y él es su presidente. En aquel repaso de decretos, reformas y cambios, confirmaba la mejoras a los pensionistas, el salario mínimo, nuevas contraprestaciones para los autónomos y otras cuestiones sociales como infraestructuras, sanidad o educación, así como en cultura e investigación y nuevas perspectivas que, aunque lentas, se desarrollarán mediante diálogos allá donde haya problemas, caso del conflicto catalán, pero siempre bajo el imperio de la Constitución, y nuevas normas y presupuestos para servicios especiales y ministerios que necesitan renovarse.

Todo esto me hace pensar en que las ideas las tiene muy claras, que es valiente en sus decisiones, como dice Arturo, y que es verdad que habrá que seguir sus pasos y, al menos yo, si fuese necesario echarle una mano, que para enemigos ya tiene bastantes, unos que salen desde la envidia, y otros desde la radicalidad de unas derechas casposas y obsoletas como sus ideólogos, de aquella España franquista que recordar no quiero, frente a esta, la de Pedro Sánchez del entendimiento, la moderación y el diálogo.