No sé que en este periódico no se deben utilizar palabrotas. Por eso me limitaré a calificar de malandrín, bellaco, mequetrefe, energúmeno, mastuerzo, canalla, pérfido, tunante y bandolero al hacker que ha tenido a bien entrar en los ordenadores de mi empresa con un virus troyano que bloquea los archivos a no ser que pagues un rescate. Sé yo la forma en que me gustaría pagarle al susodicho, pero no lo diré aquí por la misma razón de corrección de lenguaje que comentaba al principio.

Como es previsible me exigen el dinero en bitcoins, en una muestra más de modernidad, contemporaneidad y amor por la tecnología de los hijos... del siglo XXI. Si este individuo o individuos o sus no muy honorables ancestros o el robot que corresponda, lee esto en alguna forma, aunque sea desde alguna criptonube que lo traduzca automáticamente al cirílico, que sepa que se va a quedar con las ganas. Antes muerto que pagano, más vale honra sin datos que datos sin honra.

El caso es que estoy comprobando por unos días que el mundo no se acaba si te ocurren cosas de este tipo con los ordenadores. Primero porque hay informáticos honrados como el mío que saben dar respuesta a retos de éste y de mayor tamaño; segundo por la amabilidad de amigos, clientes y proveedores que guardan por nosotros cosas que le hemos enviado y que además son comprensivos y pacientes; y tercero porque los homo sapiens, que hemos vivido sin informática durante varias decenas de miles de años, podemos comprobar que se puede extender ese tiempo un par de semanas más y no se acaba el mundo.

Y ahora dos sugerencias sesudas. La primera que tengan a buen recaudo sus copias de seguridad. La segunda que nunca, jamás, de ningún modo, en ningún tiempo y en ninguna forma, paguen rescates a los delincuentes informáticos. El porcentaje, aunque sea pequeño, de personas y empresas que sucumben al chantaje es lo único que les da su razón de ser.

El ámbito de la seguridad informática es el nuevo caballo de batalla de la delincuencia contemporánea. Hace unas semanas este periódico informaba de que los ciberataques que afectan a nuestra Región de Murcia habían crecido un 22% en el anterior año 2017, con cerca de 2.000 delitos denunciados. Las estadísticas dicen que España es el segundo país del mundo por número de ciberataques y que, en el caso de las empresas, los de este tipo, con sus correspondientes daños, irán en aumento en los próximos años

Ocurre que el grado de sofisticación que han alcanzado estos delitos es tan alto, las formas de colar los virus tan variadas, y los métodos utilizados tan a mano de los desaprensivos, que este escenario nos obliga a todos, a ciudadanos, empresas y administraciones a una continua actualización de medios y recursos para los que no siempre estamos preparados. Pero tendremos que estarlo.