Matas, tras violar, a una mujer y vas a la cárcel. Allí no vives del todo mal y hasta tienes permisos varios para disfrutar de una libertad no merecida (según el Código Penal, sí). Durante uno de estos permisos, sales a la calle en busca de una nueva víctima. Ves a una chica paseando por un parque y decides abordarla y, de nuevo, intentas llevarla a un sitio apartado para agredirla, violarla y matarla. Pero esta vez no lo consigues porque, gracias a que vas borracho, no puedes ejercer toda tu fuerza y la chica se escapa de entre tus brazos.

Esto se queda en una agresión sin más, tampoco te despeinas. Vuelves al lugar del que no deberías salir hasta el día que mueras, a la espera de otro permiso. Ese día llega, pasas el día haciendo cosas, se te ve animado, pero, sentado en un bar la ves y, de nuevo, no puedes evitarlo. Le esperas a que salga de una tienda. Es tarde y ella apura lo últimos minutos de apertura del comercio para poder comprar pan para cenar. Pero nunca cenará, porque la sigues y, estás de suerte (ella no tanto) porque de camino a su casa hay un descampado sin poca luz. Allí consigues dejarla inconsciente de un puñetazo. La manoseas y la violas. Después, no puedes evitarlo y la matas.

Esta historia no tiene nombre propio, pero podría ser la de cualquier hijo de puta que, mientras unos señores o unas señoras desde sus sillones (siguiendo lo que dicta la ley, todo hay que decirlo) determinan que es una persona que había rendido cuentas con la Justicia por sus anteriores delitos y que era una persona reinsertada en nuestra sociedad; mientras otros señores y señoras se llevaban las manos a la cabeza diciendo 'qué barbaridad' que hubiera personas que defendiéramos la urgente necesidad de la prisión permanente revisable; mientras esto ocurría, ese malnacido ya se había fijado en una nueva víctima.

No sé quién ha sido el culpable del asesinato de Laura y lo que he contado no tiene relación directa con el caso, pero en el momento en el que escribo esto leo que han detenido a su vecino (el hermano gemelo del hombre del que sospechaban en el pueblo) y que, casualmente, también hacía poco que había salido de la cárcel. Solo sé que debemos acabar con esta lacra y que las mujeres deben tener el derecho y la certeza de que salir a la calle no conlleva ningún peligro para ellas. Pero para esto, además de educación, unión, concienciación y #TodasSomosLaura, debemos exigir penas más duras, señalar al agresor, sea del país que sea, y no dar la espalda a esas familias que han perdido a sus madres o hijas (que sí han sido Laura) cuando piden prisión permanente revisable.

Por último, si eres hombre, hombre de los que yo conozco y con los que me relaciono, hombres que sienten lo que ocurre a su alrededor, por favor, no te avergüences de serlo cuando estos casos sacudan a la sociedad en toda la cara.

No pidas perdón por ser hombre. Hay hijos de puta y malnacidos, punto.