Cristina de Pizan, en su ya célebre libro La ciudad de las Damas, la tres primeras mujeres que aparecen y comienzan a construir la ciudad son: la Dama Razón, la Dama Rectitud y la Dama Justicia. Esta escritora de finales del siglo XIV, al comienzo del libro comenta que tras leer y leer y estudiar y estudiar cómo los hombres cultos se dedicaban a criticar a las mujeres en los libros sin llegar a conocerlas de verdad, y cómo una tarde se le hizo la hora de la cena sin darse cuenta y tuvo que dejar de leer el Liber Lamentationum Matheoluli, una obra violentamente misógina escrita en latín en el siglo XIII, traducida al francés en 1399. Dice Cristina que dejó aparcado el libro para ir a comerse la sopa que su madre le ofrecía como cena, y es en ese momento de relax, con una mano en la mejilla y con la otra en la cuchara, cuando decide escribir el libro que ha llegado a convertirse en un manifiesto en defensa de los valores que representan las mujeres.

A lo largo del libro va describiendo la construcción de una ciudad perfecta. Van desgranándose los méritos y ejemplos que damas de todas las épocas, que desbaratan las mentiras que sobre las mujeres se han vertido en obras como De claris mulueribus, de Boccaccio.

Según el filósofo del siglo X Abu Nasr al-Farabi, la ciudad con todos sus componentes es el elemento necesario para las personas, al igual que es necesaria la mutua ayuda entre ellas. Decía el filósofo: los barrios y las aldeas son parte de una ciudad. Las aldeas son respecto de una ciudad, como una entidad puesta a su servicio, mientras que los barrios son partes integrantes de una nación, y las naciones integran el conjunto de los habitantes de la tierra. El bien más excelente y soberano y la perfección más alta se obtiene ya en primer lugar en la ciudad, pero no en sociedades menores y más imperfectas.

Nuestro escritor Diego Saavedra Fajardo, en su obrita República literaria, se inventa una ciudad gobernada por escritores, filósofos y poetas. Los filósofos griegos definieron la ciudad como el mejor lugar en el que el hombre puede vivir, los romanos urbanizaron su imperio, las ciudades renacentistas italianas consolidaron la forma de gobierno de la ciudad como una de la más efectivas fomentando en la gente aquello de «el aire de la ciudad os hará libres», rompiendo con el feudalismo rural y servil. La ciudades industriales dieron la espalda a las necesidades de los que en ellas vivían (si no eran ricos, claro) y nuestras ciudades tienen en la gentrificación, la contaminación, la inseguridad, y el cambio climático los problemas más graves.

Las ciudades son, y por lo que parece seguirán siendo, nuestra forma de reunir a la población en un presente y un futuro lejano, pero el modelo es claramente revisable.

Con una mano apoyada en la mejilla y con la otra sosteniendo un libro se pueden hacer cosas maravillosas. Cristina de Pizan cuestionaba la viabilidad de la ciudad sin la participación y la contribución de las mujeres y yo me uno a ella en ese pensamiento sensato y sereno. La imagen de una mujer medieval como Pizán, sentada frente a su escritorio, rodeada de libros, con la responsabilidad de sacar a sus hijos adelante en una sociedad más sensible y sensibilizada con las necesidades y aportaciones de sus ciudadanos, me aporta una claridad de pensamiento que echo de menos en la mayoría de nuestros próceres.

Reflexionar sobre nuestros municipios y sobre nuestras ciudades, conociendo su pasado y entendiéndolo, nos permitiría tratar además el patrimonio cultural y natural de manera respetuosa y con perspectiva de futuro mucho más sostenible. Las características peculiares de cada ciudad tienen mucho que ver con su pasado y cómo sus habitantes tiene la percepción de habitar un espacio con memoria. Pero memoria de la gente que les precedió con sus cosas buenas y sus cosas malas o regulares. Ciudades inclusivas, amables, limpias, seguras, respetuosas con quienes caminan por las aceras y usan las calzadas; respetuosas con los espacios comunes y con los privados; en fin, ciudades en las que se pueda vivir.

Lugares despoblados y ciudades masificadas, gente pagando alquileres millonarios y casas vacías en zonas rurales. Es difícil no utilizar el emoticono del whatssap de la chica dándose en la frente. El emoticono del maemia!!!