Desde que en 1994 Josep Ramoneda inaugurara el CCCB, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, cuya programación es de las pocas que todavía hoy mantienen una vocación plural y cosmopolita en una Barcelona lastrada por el localismo independentista, todos los directores habían sido varones elegidos a dedo, y solo hasta julio de este mismo año el nombramiento ha recaído en una mujer, la politóloga Judit Carrera [en la imagen] lo ha conseguido mediante un concurso cuyo jurado estaba formado por distintos expertos nombrados por diferentes asociaciones culturales. ¿Mera casualidad o un síntoma más de la discriminación positiva de género que facilita la carrera ascendente de los hombres y levanta techos de cristal para las mujeres? Sí, han leído bien, la discriminación positiva de género no ha beneficiado a las mujeres, sino que ha favorecido desde hace milenios a los varones.

Cuando algunos se oponen a las acciones positivas, esas que aconsejan que a igualdad de méritos en un concurso para cualquier puesto de responsabilidad, se elija a la mujer frente al varón de iguales o parecidos méritos, hay que hacerles observar que hasta que la discriminación positiva hacia la mujer se introduce en las instituciones mediante ley, todos los altos cargos eran nombrados por varones que nombraban a otros varones para que les sucedieran, porque la mujer apenas existía en el imaginario cultural de los hombres que han mandado y siguen ostentando el poder. Los únicos países en los que la brecha de género se está reduciendo son aquellos que han implantado una ley de igualdad que interrumpe la milenaria discriminación positiva que ha favorecido a los hombres por el hecho de serlo.

Judit Carrera conoce sobradamente la institución que ahora dirige, y ha sido responsable, citamos, «de cuatro grandes proyectos en el CCCB. Además de impulsar ciclos de conferencias y debates sobre los grandes retos de la sociedad contemporánea, ha sido también la responsable de Educación, dos ámbitos que ha apostado por enlazar haciendo que los pensadores que pasaban por el centro tuvieran encuentros específicos con los más jóvenes, como la conferencia que ofreció el pasado abril Judith Butler a trescientos adolescentes entregados hablando de género y sexo» (https://www.lavanguardia.com/cultura/20180724/451070290572/judit-carrera-directora-cccb.html)

Es la primera vez que el cargo sale a concurso y la primera que lo gana una mujer; insistimos, ¿es que antes no había mujeres capacitadas para esa función? Por supuesto que las había, pero el sistema de discriminación positiva que ascendía a los hombres estaba vigente, como lo está y lo ha estado en la Real Academia durante sus más de trescientos años de historia, impidiendo que las mujeres llegasen a formar parte de ella. Mujeres como María Moliner o Emilia Pardo Bazán, cuyo legado literario es a todas luces más influyente que quienes sí entraron en ella cuando ambas fueron candidatas al real sillón. Como señala Juan Losa sobre doña Emilia: «Hasta en tres ocasiones fue rechazada su candidatura para ingresar en la Real Academia de la Lengua, hasta en tres ocasiones recibió un portazo como respuesta por parte de los Clarín, los Zorrilla o los Valera, este último, por cierto, en un alarde de agudeza machirula denegó su ingreso porque 'su trasero no cabría en un sillón de la RAE'». En 1972, María Moliner fue candidata a la RAE, pero el puesto lo obtuvo Emilio Alarcos Llorach, cuya aportación al idioma es muy inferior a la enorme influencia del diccionario de Moliner, herramienta que sigue siendo indispensable hoy para el buen uso del español.

Pero los hombres favorecidos en esas y muchas otras ocasiones contaban con una discriminación positiva que solo permitió la entrada en la academia a Carmen Conde en 1979, ya bien entrado el siglo XXI.

Desde estas páginas hemos insistido en la necesidad de hacer cumplir la ley de igualdad efectiva de hombres y mujeres de 2007, así como señalado las dificultades que todavía hoy sigue teniendo su aplicación. En todas las artes continúa existiendo para las mujeres un techo de cristal que solo el esfuerzo de las instituciones democráticas puede ir desmoronando.

Poco a poco, instituciones de distinta índole se apuntan a la paridad, contando en sus programaciones con el mismo porcentaje de hombres y mujeres, como anunció hace unas semanas el famoso festival de música Primavera Sound, también de Barcelona, para su cita de 2019, siendo esta la primera vez en su historia que lo hace.

Desde +mujeres no podemos sino felicitar al CCCB y al festival Primavera Sound por el nombramiento de su primera directora y por su primer programa paritario, y animar a las instituciones de nuestra región a que sigan su ejemplo.