Hubo una primera oleada de skateboard en Murcia. Eran los noventa. Con el principio de mes íbamos a los quioscos a preguntar si estaban ya Skate Magazine o Tres 60. La Tienda de Ingrid era parada obligada para ver las nuevas tablas, probar cojinetes y soñar con las nuevas Airbag. Mis ídolos eran Tony Hawk y Tom Boyle, que firmaba mi tabla H Street, que ahora podría alcanzar diez veces su valor si la conservara. La fiebre llegó casi veinte años tarde, pero los grupos de skaters atravesando las calles del centro y ocupando la antigua plaza de Santa Isabel o el jardín Chino los fines de semana fueron un icono durante algunos años. Saltar los cinco escalones entra las dos alturas de Santa Isabel haciendo un Ollie Sad, recorrer la barandilla de un banco con un Slide, o saltar una tabla con un kick flip 360 son recuerdos parecidos a marcar goles inolvidables.

Pasábamos las tardes probando trucos y perfeccionándolos, o construyendo rampas con tablones, pero aquella época el monopatín no era considerado un medio de transporte, como pasa ahora con la invasión del patinete. De hecho, si teníamos que ir a un sitio, no íbamos en monopatín. El skate era para divertirse, para elegir rutas en las que poder ir haciendo trucos, según aceras, bancos y escalones. Aún así, también hubo protestas, claro. Había quien se cogía a la trasera de un autobús para volver al barrio. Hubo campeonatos de Street, el skateboarding de calle, y tuvimos en Murcia a algunos de los mejores skaters que se pudieron ver en España por aquel entonces€

Coincidir con Juan El Loco algún día en Santa Isabel y ver sus trucos era un privilegio, o ver a Richard saltar seis tablas sin inmutarse. Aquel reportaje a doble página en Skate Magazine, titulado Skate in Murcia fue de las cosas por las que más orgullo sentí en aquella parte de mi adolescencia.

Madrugar para patinar, para poder recorrer la Trapería entera en soledad, intentando batir el récord personal a dos ruedas. Cuando llegaron los skate parks muchos ya habíamos ido abandonando el monopatín. Si en aquella época de merendolas de triángulos y gominolas de 'Menta' sobre las tablas, nos hubieran dicho que las ciudades se llenarían de patinetes a motor que se podrían alquilar por las esquinas nos habría sonado a película del futuro, pero hoy hace aún más legendario al skateboard, que se puede seguir viendo en los parques y rampas. A veces paro unos minutos en el de Avenida de los Pinos, y veo como los skaters de hoy, en orden, van practicando trucos con destreza€ y siento aquel orgullo del mítico Skate in Murcia. Vale.