9 de NOVIEMBRE

Notas de viaje. Cuando hace unos días regresamos de Polonia, vine cargado de anotaciones para abastecer este diario. Al principio, poner orden en aquel maremágnum se me antojó una tarea no menos titánica que tragarme un buey. Tan sólo mi compromiso con el periódico me permitió reunir la voluntad necesaria para hacerlo (cuántas notas de viaje habré dejado abandonadas en los cajones). Lo que más me costó fue ponerme manos a la obra, pero, una vez hecho el primer esfuerzo, el texto pronto empezó a cobrar forma.

Es el proceso habitual. Según avanzo, seleccionando unos apuntes y descartando otros, más me animo a seguir escribiendo. Intento no decir demasiadas obviedades, pero también evitar la pedantería. Poco a poco, la amalgama informe empieza a tomar la apariencia de un discurso coherente. La mejor fase del proceso llega con los repasos finales, cuando uno logra corregir formas sintácticas que no terminaban de satisfacerle, o encuentra un vocablo más ajustado para expresar determinado concepto. En este punto, el dolor inicial se ha convertido ya en placer.

10 de NOVIEMBRE

Mengele. De entre los libros traducidos al español sobre el parque de atracciones para sádicos y psicópatas nacionalsocialistas que en su día fuera Auschwitz (y que adquirí en el propio campo) el primero que leo es Fui asistente del doctor Mengele, del rumano Miklós Nyizli. Rebautizado como ‘A8450’, Nyizli se relacionó tanto con los prisioneros como con los SS, lo que da una visión más amplia de aquel infierno terrenal. Si vivió para contarlo se debió a su pericia como médico forense y a un perfecto dominio del alemán. El precio que tuvo que pagar (y que sobrellevó a base de alcohol y barbitúricos) fue ayudar a Mengele en sus aberrantes experimentos. Como ocurre con las catástrofes naturales o los grandes depredadores, la pavorosa figura de Mengele ejerce una extraña atracción.

Joseph Conrad habló de ‘la fascinación de la abominación’. Apuesto e impecablemente uniformado, Nyizli dice de él en algún momento: «Se me acerca con un aspecto tan sereno que sería imposible apreciar toda la crueldad que reside tras esa máscara». En otra parte del libro, cuenta cómo Mengele se enfada al descubrir que una de sus carpetas (donde registra las autopsias practicadas a los niños gitanos que ha asesinado), tiene una mancha de grasa. «¿Cómo se permite usted tratar así unas carpetas que yo colecciono con tanto amor?», reprende a Nyizli.

Pero lo que sobrecoge a Nyizli no es su ira, sino escuchar la palabra ‘amor’ en labios de un monstruo carente de humanidad… Un monstruo que, por otro lado, jamás llegaría a pagar por sus crímenes. Vivió en diversos países de Sudamérica con total impunidad y ajeno al remordimiento. No murió hasta 1979, a causa de un infarto cerebral, mientras nadaba tranquilamente en una playa de Brasil.

11 de NOVIEMBRE

Insomnio. Despierto a las tres y media de la mañana. Como tengo por costumbre en tales ocasiones, sintonizo un canal de televisión que emite noticias las 24 horas, lo pongo a volumen muy bajo y cierro los ojos intentando volver a conciliar el sueño. Están hablando del crimen ocurrido en Pioz, Guadalajara. El presentador dice: «Mató a sus tíos en Pioz». Involuntariamente, empiezo a darle vueltas a esa frase, a deconstruirla. «Mató a sus píos en Tioz.». «Mató a sus tíoz en Piós». «Mató a sus píoz en Tiós». Oh, el delirio del insomnio.

12 de NOVIEMBRE

Stan Lee. No hay forma de saber quiénes inventaron a Zeus, Afrodita, Poseidón, Osiris, Horus o Yahvé. En cambio, sí podemos poner nombre y rostro al creador de Galactus, Estela Plateada, La Visión, El Hombre de Hierro, La Masa o el Doctor Muerte. Hoy ha fallecido a los 95 años Stan Lee, fundador (con la ayuda de Jack Kirby) de todo un panteón de héroes, dioses y villanos que rivaliza en irrealidad con las mitologías aludidas al principio. Todo es falso y, sin embargo, cuántas horas de placer sumadas le debo a lo largo de mi vida.

Mis preferidos de la casa Marvel eran Los Vengadores, La Patrulla X, Los Cuatro Fantásticos y Dan Defensor (curiosamente, me caía gordo Spiderman, habiendo salido de la misma cabeza). La genialidad de Stan Lee residió en mostrar el lado humano de sus semidioses: la envidia, el amor, los celos, la rebeldía, la mezquindad. Eso lo hacía más próximos y creíbles. Por el contrario, nunca sentí demasiado aprecio por los superhéroes de la casa DC, como Supermán o Batman. Siempre me pareció que tenían algo acartonado, que no respiraban.

13 de NOVIEMBRE

La chocolatina. Poco antes de mediodía voy caminando por una calle cercana a mi casa y adelanto a un niño acompañado de su madre. El niño, robusto, tendrá unos nueve años y lloriquea de forma insistente y algo sobreactuada. Le reprocha a su madre: «¿Por qué gastas así el dinero?». Aguzo el oído. Ella contesta: «Te dije que te compraba la chocolatina si no la abrías antes de comer. Tú has abierto la chocolatina, y yo he tirado la chocolatina a la basura». Ante respuesta tan implacable como ejemplarizante el niño sigue sollozando, aunque sabe que todo es inútil.

17 de NOVIEMBRE

Yo, agrónomo. El fin de semana se promete lluvioso. Al entrar en una carnicería a comprar tocino, salchicha y longaniza para hacer migas, doy con Jorge Enríquez Salgueiro, agrónomo cubano ya jubilado y vecino de Molina de Segura. Hace muchos años que nuestros caminos se cruzaron por primera vez, cuando viajábamos en autobús al embalse de La Pedrera (regulador del trasvase Tajo-Segura) y ayudé a hacer de intérprete a Óscar Escámez para una delegación de ingenieros hindúes.

Desde la asociación Pacto por el Mar Menor, Jorge Enríquez sigue luchando contra desmanes medioambientales como la erosión de suelos o la contaminación de acuíferos, pero a mí sólo me queda un vago rumor de aquella época.

Mi canto del cisne como agrónomo consistió en acudir durante semanas a cierto invernadero de Mazarrón para realizar un ensayo dirigido por Juan Vera. Cercenaba tallos de tomateras al amanecer, a mediodía y al anochecer y, empleando una bomba de Scholander, registraba su potencial hídrico. No recuerdo qué diablos hacía entre una medición y otra.