Dicen los que estudian los movimientos sociológicos que el antifeminismo ya es una realidad. La reacción ante la iniciativa de las mujeres no se ha hecho esperar y por todo el mundo surgen voces diciendo que el feminismo viene a reprimir a los hombres, a coartar sus libertades, a meterlos en la cárcel por mantener comportamientos ancestrales y socialmente nada reprobables, desde su perspectiva de poder, claro está.

La reacción antifeminista ha llegado al escenario político, judicial, económico y social de tal forma que incluso va a entrar en los Parlamentos sin ningún pudor, recato o compasión por sus mujeres, sus madres, sus hermanas o sus hijas. Esas señoras, citadas por los machirulos cuando dicen: ¿cómo voy a ser machista si yo quiero mucho a mi madre? o ¿cómo voy a ser machista si tengo hijas? Cuando hablan de la madre o la hija del vecino eso ya es harina de otro costal.

No es fácil contenerse ante lo que escucho, lo que leo o lo que veo en la televisión y percibir las opiniones políticas como las chanzas de los asiduos a ventorrillos o tabernas de siglos pasados. Una compañera de lucha dice que es lenguaje de tafurería, y lleva razón.

A mí, en esta tesitura sólo me sale de las entrañas liarme a insultos, improperios, palabras malsonantes, tópicos y gritos histéricos como una hembra radical y violenta.

Pero resulta que soy una mujer adulta, con carrera universitaria, divorciada y madre de dos hijos varones. Ante eso no me queda más que apelar a la divinidad que más influencia tenga en el universo y que espero que sea Thor, porque además de macho tiene un martillo muy grande para destrozar todo lo que se le ponga a tiro.

Desde mi enfoque de feminista radical, afectada por el hembrismo yihadista que provocan mis hormonas de ser inferior, solo guiado por sus pasiones más rastreras, he pensado pedir a las mujeres que hagan huelga de hambre, huelga de celo, huelga de brazos caídos, huelga a la japonesa, paros laborales, insurrección financiera, anarquía familiar? y todo aquello que nos lleve al fin de nuestra sociedad tal y como la conocemos.

Además, me pido para Reyes Magos un corazón como el de Ironman, para resistir las tonterías que las mujeres tenemos que escuchar día tras día y siglo tras siglo.

Para Papá Noel me he pedido tener el cuerpo de Sofía Loren para que los machirulos babeen por mí y sientan lo inalcanzable que puede llegar a ser una mujer. El hembrismo me domina, no lo puedo evitar, y vivir rodeada de hombres de Neandertal no ayuda mucho a curarme.

No caeré en el error de su estulticia y no me dejaré llevar por esos grandes hombres que dicen y proclaman que guían nuestros destinos como sociedad. Yo, en realidad quiero que pasen de mí, que centren sus esfuerzos en lo verdaderamente importante: el poder político, económico, judicial, etc. y nos dejen a nosotras, como hembras que somos, preocuparnos de lo insignificante. Pero eso sí: que se olviden de 'su mundo', como lo han conocido. Desde el pedestal del Olimpo no se ve a las que crían a sus hijos e hijas.

Machirulos y hombres en general del mundo, uníos y decid en todos los medios de comunicación, las redes sociales, los lugares de trabajo y vuestras casas lo que verdaderamente pensáis sobre las mujeres y sus intenciones sobre la rebelión social.

Algunos machirulos ya se han atrevido.

Hembras del mundo, sed fuertes para lo que está por venir. Ante el fuego cruzado necesitamos unidad, firmeza, argumentos, cerebro y resistencia. Pero ante todo, nunca, nunca, nunca guardar silencio ante la cultura de esos 'machirulos' que ofenden al 50% de la población, ofenden al 'lobby radical hembril'.

Suerte, chavales. La vais a necesitar.

En pocos meses tendremos que votar y decidir qué alcaldes y alcaldesas queremos y en nuestra región tendremos que elegir presidente o presidenta. Es una oportunidad de salir de casa, de ir a votar y que todas las mujeres, piensen lo que piensen, sean del partido que sean, demuestren que existimos, que tenemos opinión y la hacemos oír.

Los hombres que hablan de feminismo radical, de hembrismo, de hiyadismo femenino, se califican como irrespetuosos, maleducados, ignorantes y violentos. Por eso, si es posible, debemos responder con inteligencia y con humor, mucho humor.