La historia de hoy viaja a la Cartagena de los años cincuenta del siglo pasado, una ciudad en la que había sectores muy desfavorecidos que necesitaban ayuda para algo tan esencial como era tener un plato de comida. El racionamiento de alimentos se terminó oficialmente en junio de 1952 pero la realidad es que, pese a los esfuerzos policiales, el estraperlo y el contrabando siguieron siendo habituales en la sociedad cartagenera.

Para intentar paliar esa situación el Secretariado Interparroquial de Caridad, entre otras actividades, solía instalar en fechas significativas como el verano o Navidades una tómbola benéfica, en la que gracias a los boletos que se adquirían en ella recaudaba fondos para comprar productos de primera necesidad. Pero en abril de 1956 esta institución quiso ir más allá y por eso decidió organizar una curiosa iniciativa llamada la Campaña del Huevo.

Como afirmaba un dirigente de dicho Secretariado en una entrevista al poco de darse a conocer la campaña, ésta era una forma de incrementar la actividad de sobrealimentación que desde un año antes realizaba Cáritas en favor de unos cien necesitados a los que semanalmente se les suministraban huevos, leche, carne y plátanos.

Me imagino que los sorprendidos lectores querrán saber cómo funcionaba esta singular campaña en la que se pedía un huevo por semana a cada familia y por ello procedo a explicarlo. Toda familia dispuesta a colaborar debía llamar por teléfono al Secretariado facilitando su nombre y domicilio por lo que semanalmente se elaboraban unas listas de domicilios a los que había que dirigirse para recoger los huevos. Para ello se fijaba un día de la semana y una señora o señorita efectuaba la recogida llevando una tarjeta identificativa con su número correspondiente para evitar malentendidos.

En este sentido hay que decir que fueron varias las asociaciones femeninas que enseguida se pusieron a disposición del Secretariado como la rama de mujeres de Acción Católica, Conferencia de San Vicente de Paúl, Juventud Cordimariana, Damas de la Caridad, Luisas de Marillac y las Hijas de María de la Casa de Misericordia.

Además de familias y particulares pronto se sumaron a esta campaña varios centros oficiales y entidades en los que sus funcionarios se asociaron para costear semanalmente una o más docenas de huevos. ese fue el caso del Instituto Nacional de Previsión o la Junta de Obras del Puerto, por citar algunos.

No podía faltar en esta historia una referencia a aquellas hueverías de antaño como la de Alfonso Ros Martínez llamada 'La Confianza' en la calle Santa Florentina, o la de J. Martínez en la calle Canales aunque había muchas más por toda la ciudad, establecimientos donde los benefactores adquirieron los huevos.

Ni siquiera el verano fue un impedimento para que los cartageneros practicaran la caridad con los que menos tenían, y la cantidad de huevos recogida llegó a superar los ochocientos semanales por lo que la Campaña del huevo fue un rotundo éxito.