La vorágine en que vivimos en zonas urbanas nos lleva, a veces, a añorar tiempos pasados cuando una gran parte de la población habitaba aldeas, pueblos y cortijos hoy abandonados. La idealización del mundo rural corre pareja a cierta deshumanización de la vida en la ciudad, y también a una búsqueda de una identidad perdida, dificultada por el estrés, las prisas y, por qué no decirlo, la ausencia de comunicación interpersonal.

Desde la Antigüedad, el ideal bucólico de la vida campesina ha tenido su reflejo en la Literatura. El Beatus ille de Horacio inspiró durante el Renacimiento a autores como Fray Antonio de Guevara, con su Menosprecio de corte y alabanza de aldea y al mismo Fray Luis de León, con su Oda a la vida retirada.

Hay algo en la vida campesina que se nos hurta en la ciudad: esos amaneceres con el disco solar alzándose inmenso sobre la línea del horizonte y en los que el canto del gallo rivaliza con el piar del pájaro en el alféizar de nuestra ventana; el límpido aire que llena nuestros pulmones; las noches claras que albergan una miríada de estrellas titilantes€ En nuestros pueblos y aldeas la sencillez de sus gentes y el eco de la conversación pausada e improvisada, de la plática, se constituye en un elemento más del paisaje.

Pero, por desgracia, no todo es tan idílico. Nuestra Región de Murcia no ha sido ajena al acelerado proceso de despoblación rural que ha venido dándose desde los años 60 del pasado siglo. Y si bien es cierto que, según datos recientes de la Federación Española de Municipios y Provincias, sólo cinco municipios de los 45 de la Región pierden población (Aledo, Moratalla, Ojós, Ricote y Ulea), también es cierto que la despoblación afecta de lleno a las zonas rurales de esos municipios. Es el caso de Lorca, que ha pasado de 60.286 habitantes en 1970 a los cerca de 95.000 con que cuenta en la actualidad, pero con una acelerada pérdida de población de las pedanías de su amplísimo término municipal como La Paca, Zarcilla de Ramos, Avilés, Coy, etc.

La situación de las zonas rurales de Lorca se repite también en los municipios de Caravaca y Moratalla. En este último, el descenso poblacional es evidente: los 15.00o habitantes que lo poblaban en 1940 pasaron a 8.205 en 2011 y a poco más de 8.100 en la actualidad. Las zonas rurales de Lorca y la Comarca del Noroeste-Río Mula sufren el abandono a que vienen siendo sometidas por una Administración regional que mira para otro lado. Si tomamos como indicadores las cifras del paro, casi todos los municipios de esta última comarca superan, según el portal Expansión-Datosmacro referidos a octubre de este año, en unos altos porcentajes, la media regional. Pliego y Mula, con el 15,19 y 14,12 respectivamente, salen mejor paradas sobre municipios como Campos del Río (20,8), Moratalla (20,62) y Calasparra (19,87). Estos altos índices de desempleo no son sino la punta del iceberg de la problemática que afecta a estos municipios desatendidos por las distintas Administraciones.

Pero los habitantes de las pedanías altas de Lorca, Caravaca y Moratalla no se resignan a que esto continúe así. El pasado sábado asistí en Moratalla a la clausura de las Jornadas sobre Despoblación y Cambio Social, organizadas por IU-Verdes de la Región de Murcia y con la colaboración de Izquierda Unitaria Europea e Izquierda Verde Nórdica. Representantes de las pedanías altas de Lorca, Caravaca y Moratalla expusieron las carencias de sus núcleos de población que están en el origen del despoblamiento actual. María José habló en representación de los núcleos de La Paca y Zarcilla de Ramos; Cristian lo hizo en nombre de sus vecinas y vecinos de Navares y Benablón; Ana Rosa representaba a Benizar, y Julián a Calar de la Santa. Las conclusiones derivadas de los grupos de trabajo vecinales eran casi coincidentes: severas deficiencias en Sanidad: urgencias, falta de ambulancias equipadas y de servicios como pediatría; deficiente transporte escolar, que sólo cubre la enseñanza obligatoria; oferta cultural insuficiente; mal estado de las comunicaciones (carreteras y telefonía móvil e Internet); el agua, como recurso común, que es esquilmada por las grandes empresas; falta de alicientes para asentar la población juvenil en esos núcleos diseminados, etc.

Como soluciones, los representantes vecinales expusieron toda una batería de propuestas: servicios en cantidad y calidad equiparables a los de la cabeza del municipio; mayor explotación de los recursos naturales disponibles y potenciación del cooperativismo; mejoras sanitarias con dotaciones de ambulancias bien equipadas y servicio de urgencias de 24 horas; extensión de la oferta educativa 0-3 años, igualdad de derechos para niños y niñas y atención específica al alumnado con necesidades educativas especiales; dotación a esas pedanías de bibliotecas y salas de estudio; extensión de la oferta de ocio; mejora del mobiliario urbano; centros de día para personas mayores; líneas de autobuses comarcales para acceso a servicios públicos esenciales; ventanilla única; prohibición de prácticas depredadoras del medio ambiente y recuperación de espacios agrícolas abandonados; potenciación de una explotación forestal sostenible con aprovechamiento de la biomasa; política activa de recuperación de viviendas, etc.

Lo expuesto no es sino una pequeña muestra de las reivindicaciones vecinales, muchas de ellas coincidentes, lo que da una idea del abandono en que está sumido el medio rural. Pero mucha gente joven de esas pedanías se está haciendo oír.

Las jornadas concluyeron con una mesa de debate con José Luis Álvarez-Castellanos y Dori Peñas, candidatos de IU Verdes de la Región de Murcia a la Asamblea Regional, Paloma López, diputada de IU en el Parlamento Europeo y Arturo Villar, alcalde de Camproví (La Rioja). Su diagnóstico de la situación del mundo rural y las propuestas para la recuperación de ese hábitat fueron tan interesantes que creo que merecen ser tratadas en un próximo artículo.