Cada día estoy más convencida de que la revolución ambiental que estamos viviendo puede encontrar una salida a través de la economía circular; eso sí, necesitaremos avances tecnológicos, sociales, apoyo decidido de las instituciones y, por supuesto, participación de los ciudadanos.

En estos momentos, mantenemos aún una economía lineal como resultado de los años en los que pensábamos que los recursos no tenían límites y, cuando nos advertían de las graves consecuencias que podría tener en el medio ambiente, parecía como si eso fuera para otras generaciones, no para las nuestras.

Como que no se acertaba a entender que 'producir, consumir y tirar' iba a ser, como es, muy perjudicial para el entorno natural y, por tanto, para todos los seres vivos. Son razones más que suficientes que demuestran que tenemos que abandonar la economía lineal para entrar de lleno en una economía circular que frene y mejore el proceso, transformándolo en concienciación, respeto y eficiencia.

Una de las siete iniciativas programadas en la estrategia Europa 2020 aboga por un continente que 'utilice eficazmente los recursos' y siente las bases de un crecimiento inteligente, sostenible e integrador. Esto es, conseguir que el residuo se convierta en recurso, impulsar el reciclado, la reducción de emisiones e impactos ambientales, la creación de nuevos modelos enfocados hacia el ya conocido como 'residuo cero' y, todo ello, fomentando la creación de empleo.

Las instituciones públicas estamos en el camino. La comisión de Economía Circular de la Región de Murcia es una realidad y la concejalía de Infraestructuras, Obras y Servicios Públicos ha participado en distintas jornadas técnicas para analizar la situación actual y estudiar el cometido de las Administraciones locales, sin olvidarnos del papel del Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos de Cañada Hermosa, referente y modelo internacional en la gestión de los residuos, tanto por su valorización como por la cantidad de tratamientos distintos que se practican a los desechos generados en el municipio.

Y es que la economía circular, al contrario que la lineal, está basada en una fase sostenible fundamentada en un proceso conocido como 'análisis del ciclo de vida', en el que se encuentran las materias primas, la producción, el procesado, la reutilización, el reprocesado y el reciclaje. Todo ello apoyado en un diseño que se preocupa de ser ecológico y eficiente en todas las fases de producción, incluso cuando el producto o servicio ya se ha utilizado, o cuando el residuo no es objeto de una segunda vida, aún tiene posibilidad de ser aportado al circuito para su aprovechamiento energético.

Así, la principal diferencia entre la economía lineal y la economía circular es que no desecha el producto final, pero tampoco lo convierte en residuo, sino todo lo contrario, lo convierte en recurso, en un nuevo producto que tiene un nuevo ciclo de vida.

La economía circular busca crear una nueva estructura en el modo en que producimos y consumimos para encontrar un modelo económico sostenible y responsable. Quiere promover un modelo de producción que cambie el 'usar y tirar' por otro basado en 'reducir y reutilizar'.

En definitiva, conseguir una sociedad responsable para que, de verdad, esté comprometida con el medio ambiente y su cuidado, optimizando el aprovechamiento de los recursos. De esta manera podremos hablar de futuro. De futuro medioambiental.