¿Cómo me la maravillaría yo? Lola Flores

Ahora resulta que ‘la cocina’ es lo que da crédito a las encuestas electorales, después de tantos años en que precisamente la desconfianza en ellas procedía de los adobos. Dicen los expertos demoscópicos que los datos en crudo son equívocos y es preciso someterlos a un proceso de cocción para que adquieran las condiciones que propician una buena digestión. Uno podría pensar que los demoscópicos defienden así su oficio, como los cocineros el ‘secreto’ de sus recetas, pues de otra manera cualquiera podría hacer una encuesta. José Félix Tezanos, sin embargo, ha inaugurado en el CIS una etapa que consiste en disponer sobre la mesa los huevos fritos con patatas no tal y como uno los espera, sino que las patatas recién desenterradas, los huevos sin cascar y allá te las entiendas. Y esto aunque para las elecciones andaluzas, tan inmediatas, ha enmendado tan grosero comportamiento y ha hecho lo que es propio de un cheff: servir el producto convenientemente condimentado, bien que se supone al servicio de quién.

En plena polémica (¿y qué no está en cuestión en este tiempo?) acerca del valor, la independencia y hasta la metodología de las encuestas, en la Región de Murcia permanecemos a la espera de la segunda oleada del CEMOP, que ya está sobre los fogones. La particularidad murciana (¿y en que no somos particulares?) es que el ‘cliente’ que ha hecho el encargo no es el Gobierno, como ocurre con los muestreos del CIS, sino el Parlamento, lo que debiera garantizar la ausencia de sesgo, pues todos los partidos representados en la Asamblea Regional han puesto su confianza en el rigor de la consulta.

Pero lamento recordar que no hay nada perfecto. La obligación de toda empresa es satisfacer al cliente, y por eso desconfiamos de las encuestas cuando las encargan el PP, el PSOE o determinados medios que entendemos filiales de unos u otros. Por la misma razón podríamos sospechar que cuando el cliente es múltiple puede darse la tendencia, incluso inconsciente, de satisfacer a todos. No desconfío en modo alguno del CEMOP en concreto; me refiero a un impulso genérico.

Con delantal

Si yo me tuviera que poner el delantal (Dios me libre) para entrar a la cocina del CEMOP, tengo muy claro cómo compondría el plato para que todos tengan la sensación de que ganan, incluso los que pierden, a sabiendas éstos de que ganan incluso con lo mucho que pierden.

Así, les adelanto un temerario pronóstico sobre la encuesta que pronto se hará pública, y ya advierto que no es de mi magín, aunque resulta encantador. Ahí va:

PP, 14/15.

PSOE, 13/14.

Cs, 9.

Podemos, 6.

Garre, 1/2

Vox, 0/1.

Todos contentos, digo. Cada uno por sus motivos.

¿Todos contentos? ¿Y qué dirá Cs tras haber sido desbancado en su emergencia como partido más votado? Pues que de una a otra oleada han pasado algunas cosillas: hay en España un Gobierno de signo distinto al de entonces, representado en Murcia por el líder regional de los socialistas, y en el partido que sufrió la moción de censura ha cambiado el liderazgo, todo lo cual ha creado nuevas puntas de interés mientras Cs se ha sumergido en la perplejidad y en un centrismo visiblemente escorado.

¿Se conformará Podemos con seis diputados, los mismos que ahora tiene, a pesar de que esta vez probablemente se una, por decreto centralista, a IU para concentrar los votos de la izquierda? Sin duda. La Región de Murcia es uno de los pocos enclaves donde todavía queda algo del Podemos original y en su versión más abierta, e IU ha cedido en su identidad. De modo que repetir resultados sería un gran resultado.

La clave sería el empate técnico entre PP y PSOE, no tanto por un ascenso de éste como por descenso de aquél, aun reservando una leve expectativa de primacía el partido del Gobierno. Con 14 diputados más 9 de Cs, cualquiera de las dos fuerzas podría ocupar San Esteban, aunque en un Gobierno de coalición, y menos es nada. La suma PSOE más Podemos no daría para esto, de modo que PP y socialistas tendrían que disputarse el favor de Cs. Éste, a pesar de ver rebajadas sus expectativas del pasado semestre, se convertiría en partido de Gobierno en cualquier caso, con la posibilidad de elegir pareja, y no es un salto menor pasar de cuatro a nueve diputados.

Todos contentos, repito: el PP puede soñar con mantener el poder, el PSOE con conseguirlo, Cs con obtener buena tajada de la negociación con uno y con otro, y Podemos con mantener su posición en tiempos de volatibilidad de sus siglas y la posibilidad de representar en exclusiva a la izquierda ante la perspectiva de un Gobierno PSOE/Cs.

En cuanto a Garre, aun no alcanzando el valor de bisagra, su asegurada presencia parlamentaría colmaría sus expectativas para convertirse en mosca cojonera de cualquier Gobierno, sobre todo si lo mantiene el PP; respecto a Vox, el pronóstico 0/1 facilitaría no pillarse los dedos en caso de identificarlo como seguro descarte o con entrada indudable. Un sí pero tal vez no; un no, pero tal vez un sí. En cualquier caso, sin peso en el diseño de la futura gobernación.

¿Encuesta o porra?

Esto, más que una encuesta, que ya he dicho que no lo es, parece un porra, que es lo que a lo mejor es. Pero en cualquier caso, perfecta para este momento. De modo que si hay alguien en la cocina, que tome nota del menú, porque es el adecuado por tres razones. Una, la ya dicha, deja a todos los partidos contentos aun dentro del descontento, pero no son las peores expectativas para ninguno. Dos, aumenta el protagonismo de los encuestadores y lau necesidad de escuchar los matices del análisis de tendencias. Y tres, alienta la competencia política, a la vista de que todos quedan al borde, de modo que una leve variante los puede dejar sin posición efectiva, desplazados del futuro reparto o teniendo que hacerlo en una situación más complicada, con el concurso de más agentes.

En el PP, ya les adelanto, este posible cuadro ni se confirma ni se desmiente, y está inspirado, si desconsideramos una improbable filtración de humo desde la cocina del CEMOP, por algún otro tanteo o vietnamita de las que se manejan en el comité de campaña. Puedo asegurar que la tabla que sugiero no responde a mi imaginación, aunque una vez evaluada la asumo como porra perfectamente cocinada para provocar esperanzas en todos y el estrés preciso para que las pilas estén a partir de ahora perfectamente recargadas.

Los dilemas.

Los dilemas que plantea un esquema de estas características son diferentes a los que ofrece la reciente encuesta del CIS para las andaluzas, pero hay algunas aproximaciones, como la necesidad de recurrir a un Gobierno de coalición o la vulnerabilidad del PP por la emergencia de Ciudadanos.

En Murcia, el test de los socialistas es interesante. No tendría que ser necesariamente una excepción en las expectativas de crecimiento a partir del momento en que el PSOE se hizo con el poder de la nación. Hay quienes creen, por el contrario, que el inicial ‘efecto Sánchez’ se va rebajando con sus derivas y contradicciones, y que en la Región de Murcia pagarán éstas más que en otros lugares, pues esta es de las Comunidades en que se perciben más críticamente las imposiciones de los nacionalistas, aparte de que aquí el PSOE, por antecedentes, ha de hacer un mayor esfuerzo para demostrar que algunas de sus políticas generales no concluyen agresivamente contra esta Región. Lo cierto es que desde la moción de censura contra Rajoy, el PSOE, que venía apareciendo en segundo y hasta en tercer lugar en las encuestas públicas y privadas, ha pasado a primera línea, y el efecto no ha cedido hasta el momento. ¿Se sustraerá la Región de Murcia a esa dinámica, que todavía permanece en el conjunto de España?

En todo caso, un frenazo en las expectativas de crecimiento socialista podría compensarse con la rebaja del voto popular, que hace aguas por tres vías: Cs, Vox y Garre. Las dos primeras son consecuencias compartidas con el resto de territorios; en el caso de Murcia se añade una tercera, autóctona, si bien es posible que estos tres grupos empiecen a intercambiarse apoyos una vez agotado el porcentaje de decalaje entre el PP y la masa de su anterior electorado.

Insisto finalmente en que quien haya diseñado esta porra (que ahora preciso que tal vez sea algo más que una porra) acierta de pleno, pues de confirmarse aunque fuera en aproximaciones generaría una mayor movilización política para apurar resultados. Y los encuestadores habrían hecho un estupendo guiso a gusto de todos los comensales. Que también es de lo que se trata.