Pasados los 35 años, una mujer profesional, independiente, con familia, amigos, soltera y sin hijos, puede que se vea señalada por la sociedad. Esa sociedad que ya ha superado lo de ‘eres una solterona’, pero aún se aferra a frases tipo: «Seguro que hay alguien esperándote»; «no lo entiendo, con lo mona y lo simpática que eres, no lo entiendo»; «pues si quieres ser madre, debes decidirlo ya, porque de los 40 adelante es más difícil quedarse preñada».

Quiero pensar que la mayoría de las veces, las personas que te dicen esas frases no lo hacen para molestar, aunque, como en todo, dependerá de la persona que las recibe. Es decir, estará esa mujer que haya decidido por voluntad propia no ser madre. No quiere. No le interesa y, en el caso de tener pareja, su pareja tampoco quiere. Esta persona al escuchar estas frases no le dará mayor importancia o soltará un «nadie te ha pedido tu opinión».

Luego estará esa mujer que desde que cumplió 15 años anhela ser madre. Quiere tener un hijo y, tenga pareja o no la tenga (gracias a Dios, hoy en día una mujer puede ser madre sin tener una pareja), está intentando por todos los medios quedarse embarazada, pero no puede. En este caso, esas personas que van dando ánimos tipo: «No pierdas la esperanza, eso sí, date prisa que dentro de nada llegas a los 40 y, ya sabes, cuesta más» o «pues el hijo de Fulanita es monísimo. Ella también lo tuvo mayor, anda que no le costó», solo logran causar mayor tristeza y desánimo.

También podemos encontrar a esa mujer que no hay cosa que le hiciera más feliz en este mundo que encontrar al amor de su vida y formar una familia. Se ve incompleta, por mucho que le digan que no necesita a nadie para tener una vida plena. Pero ella no lo ve así y si alguien le suelta cosas como el popular y cansino «se te va a pasar el arroz» o «yo a tu edad tenía cuatro hijos», pues se hunde un poco más. Y ella (esas mujeres que buscan el amor y una pareja) tiene el mismo derecho que las que deciden pasar por este mundo ‘libres’, ‘sin ataduras’ o, simplemente, sin tener nadie al lado (porque quieren o porque no logran conocer a alguien).

Me pregunto el por qué me ha dado por reflexionar sobre estos asuntos. Quizá porque tengo 36 años, soy soltera, sin pareja y sin hijos. Reconozco que no me siento señalada, ni mi vida gira en torno a casarme o tener familia. Pero también reconozco que llega un día en el que en tu cabeza empiezas a dar vueltas a cosas en que hasta ahora no reparabas. Eso, creo, se llama edad. A pesar de todo, mujeres del mundo, aunque sea algo repetido hasta la saciedad: NO pasa nada por ser soltera; NO pasa nada por ser madre soltera; NO pasa nada por reconocer que ansías el amor de alguien; NO pasa nada porque quieras vivir sola; NO pasa nada porque no quieras ser madre; NO pasa nada porque quieras tener cinco hijos. Todo se reduce a una cosa: vive y deja vivir.