¿Qué es, la riqueza? Según la RAE, «Abundancia de bienes y cosas preciosas», «Abundancia de cualidades o atributos excelentes» y «Abundancia relativa de cualquier cosa». Me gustan, estas definiciones. Parece ser que la riqueza no es solamente tu cuenta del banco y tus bienes inmuebles. No solo se mide con el PIB, ni siquiera con el PIB per cápita. ¿Quién es más rico, un habitante de los Emiratos Árabes o uno de un barrio cualquiera de Europa Occidental? El nivel de vida de la suma de los habitantes de un lugar no tiene por qué coincidir con la calidad de vida de ese lugar: lo segundo incluye muchos más factores, como los servicios públicos, la salud del medio ambiente, la calidad democrática, el acceso a la cultura, la igualdad social o la seguridad ciudadana, y explica por qué esos oasis de lujo que se construyen los súper ricos en barrios amurallados con seguridad privada en algunas grandes ciudades de Latinoamérica o Sudáfrica nos dan tanto lache.

¿Es posible que no sea lo mismo, la riqueza y tener pasta? Ya, ya sé que, en nuestro sistema capitalista, esto que acabo de decir suena loquísimo, pero ¿de verdad eres millonario si aterrizas, con una Visa platino, en una isla desierta? No, ¿verdad? Ni siquiera si te dejan llevarte el Cayenne lo eres, porque no tienes a nadie para abrirte las puertas, ni para admirarte.

Hagamos a continuación un pequeño ejercicio de imaginación: descongelamos en el barrio murciano de El Carmen de la actualidad a un hidalgo del siglo XVII que se marcó un Walt Disney cuando los Tercios de Flandes. Pasado el pasmo inicial, le vamos contando que dispone de sanidad pública, que su esperanza de vida se ha duplicado, que puede votar al comendador, que no necesita salir armado a la calle al caer el sol y que, por supuesto, el Pepe de los Jamones sigue abierto en el mismo lugar del Paseo Corvera. Miremos su hipotética cara en ese momento: estaremos viendo la de un millonario sin un céntimo en el banco. Se me ve por dónde voy, ¿no?

Hay una riqueza basada en el respeto y la convivencia democrática, en la libertad e imaginación de tus vecinos, en los lazos que estableces con tu comunidad. Una riqueza en la variedad del paisaje étnico y cultural de tu barrio, en la diversidad de lenguas que se hablan en tu plaza y de músicas que escucha la chavalada en tus parques. Riqueza en el respeto al otro y en la curiosidad del encuentro. En el poder de los vecinos de tomar decisiones y también, claro que sí, en ese espíritu revoltoso que han demostrado los carmelitanos en su batalla contra el AVE en superficie o las milongas propagandísticas del proyecto ADN. Una (mucha) riqueza en el comercio tradicional que resiste el envite de las grandes empresas, y también en los proyectos de economía social y alternativa que van creciendo en el barrio. Un distrito de currantes, claro que sí, pero también un lugar fantástico para establecer un proyecto de vida. De vida rica. De riqueza de la buena.

Y esto lo vamos a celebrar los carmelitanos por todo lo alto el próximo fin de semana, con el III Festival Intercultural alSur (que incluye además, como novedad este año, la I Feria de Economía Social).

A lo más granao del barrio nos vamos, a la Plaza Pintor Pedro Flores, a darnos una jartá de actividades: intercambio de ropa y semillas, comercio alternativo, juegos tradicionales y musicales, deporte, charlas sobre economías alternativas, arquitectura, relatos, costura y música en directo, con la participación de las principales comunidades de migrantes, las asociaciones con fines sociales más activas en la zona y todo el quienesquién. Abundancia relativa de cualquier cosa, lo mires por donde lo mires, va a haber. Y más que en la Nueva Condomina, si me apuras.