Hablar de congestiones de tráfico en las vías principales de la Región de Murcia, salvo en días de lluvia o vuelta dominguera de las playas, es hablar del ´Nudo de Espinardo´.

La confluencia de las autovías de Alicante, Albacete, Andalucía y Cartagena-Murcia, cerca de la Universidad de Murcia y de los centros comerciales (algo tendrán también que ver) se ha convertido en el tramo más conflictivo de la circulación regional, siempre lo fue, con visos de seguir creciendo en cuanto a intensidad y horario.

Si antes lo habitual era tropezar con el atasco en las ´horas punta´, ahora también se incluyen las ´horas tacón´ hasta componer un zapateado de parones, arranques y frenazos. Con sustos que te hacen esconder la cabeza sospechando que el siguiente conductor viene tecleando el Whatsapp con el teléfono en las rodillas.

Sé que los ingenieros de caminos lo intentaron en el 2016. Todos nos ilusionamos. Los periódicos dijeron que los atascos en Espinardo tenían las horas contadas, y vaya que si las cuentan los que, a diario, tienen que atravesarlo en los cada vez más prolongados horarios críticos.

Que si un paso elevado por aquí, que si un carril de incorporación por allá, que si una supresión de salida acullá, que si una ampliación de calzada con cruce en aspa de dos en dos carriles en apenas doscientos metros... todo fue en vano.

El enclave tiene categoría de desafío mitológico irresoluble. A semejanza del nudo de Gordias, el labrador griego que ató la lanza y el yugo de su carro (qué cosas, su vehículo) junto al templo de Zeus, de tal forma que no hubo manera de soltarlo.

Después de tres lustros desde los primeros estudios, a principios de año, se comprometió la construcción del Arco Norte mediante gestión público-privada. Se alejaría así el tráfico en tránsito entre el Levante, el Centro peninsular y Andalucía. Todo listo a la espera de licitar las obras.

Pero...

Surgió el ´pero´. El cambio de Gobierno en Madrid trajo el cambio de criterio. Como pasó con el semáforo de Europa, el tercer carril en Crevillente o el Ave en todas las capitales mediterráneas menos en Murcia, nos apearon de las prioridades.

El proyecto se difuminó como un grano en la tormenta de arena. Nada más se ha vuelto a saber de él. Ya les vale: a todos.