Reciente todavía la celebración del Día de Todos los Santos con las tradicionales visitas a los cementerios del municipio, me ha parecido interesante recordar uno de los camposantos ya desaparecidos que existió en nuestra ciudad.

Para ello viajamos a la Cartagena de la mitad del siglo XIX, una ciudad cosmopolita en la que el auge de la minería y el trabajo en los astilleros navales va a atraer a ciudadanos británicos que ocuparán puestos de responsabilidad en esos sectores industriales. A todo esto hay que sumarle el hecho de ser una ciudad portuaria en la que barcos de diferentes nacionalidades atracaban para recoger los minerales y productos derivados de ellos.

Por todo lo narrado no es extraña la necesidad que surgió de contar con un cementerio en el que pudieran ser enterrados tanto los súbditos ingleses como aquellas personas de cualquier nacionalidad que no profesaran la religión católica.

Y así lo entendió el cónsul de S.M. Británica en Cartagena Charles Washingham Turner, quien en 1845 pidió a la corporación municipal la cesión de un terreno para la construcción del que sería oficialmente Cementerio Protestante, y que sería conocido posteriormente como Cementerio de los Ingleses. El lugar elegido fue la ladera del Cabezo de las Zanjas, un monte próximo a la actual barriada de Lo Campano, en las cercanías del barranco del Feo.

Como suele suceder con todos los cementerios llegó un momento en el que fue necesario ampliarlo por falta de espacio para los enterramientos. Una de esas ampliaciones fue posible gracias a la cesión de terrenos realizada por Amparo Aguirre y Morejón y Amalia Morejón de Girón al vicecónsul de Inglaterra Pedro Miller en 1929. Tres años después el señor Miller declaró ante notario que dicha donación no había sido hecha a su persona sino al Gobierno de su Majestad Británica.

Ya con el terreno ampliado una de las personas que recibió sepultura fue el súbdito inglés Jaime Sprunt, fallecido en 1933, Jefe de Contabilidad en la Constructora Naval y presidente del «Club Victoria» que era una sociedad instructiva y recreativa para los trabajadores de los astilleros.

Pero como mencioné anteriormente también acogió personas de otras nacionalidades y ese fue el caso en 1924 del joven de trece años Knut August Siljestrom, miembro de una familia consignataria de buques y tradicionalmente vinculada a los consulados de Suecia, Noruega y Dinamarca en nuestra ciudad.

Y así llegamos a los años setenta del siglo pasado, momento en el que comienzan los actos vandálicos en el cementerio, hasta el punto que en diciembre de 1977 el cincuenta por ciento de las tumbas estaban destrozadas y decenas de cruces de mármol habían sido robadas. No faltaron visitas de cónsules y hasta embajadores británicos para tratar del tema y ver la forma de clausurarlo ya que era territorio inglés.

Se trataba de conseguir la cesión del terreno del cementerio al Ayuntamiento de Cartagena el cual a cambio se haría cargo de los gastos del traslado de los restos a una parcela nueva en el cementerio de los Remedios. Si bien en 1980 la prensa local afirmaba que el problema estaba a punto de resolverse no fue hasta noviembre de 1985 cuando el viejo cementerio fue demolido, los restos trasladados y colocadas dos lápidas sobre ellos.

Una hacía referencia a la fecha del traslado y la otra a la única pieza que se conserva del cementerio de los ingleses y que estaría situada a la entrada con la siguiente inscripción: «Año 1846, Cementerio protestante, construido y sostenido por suscripción, fundado por D.C.W. Turner, Cónsul de S.M. Británica en Cartagena».