Todo suma. Son las dos palabras con las que una amiga suele quitarse méritos siempre que la halagan y felicitan por la eficacia y efectividad de su trabajo, siempre bien hecho. En realidad, su breve frase esconde un mensaje en el que reclama la implicación de todos los que pueda. Es algo así como si te animara a sumar tu esfuerzo a las iniciativas y proyectos del colectivo al que pertenece, como si te dijera que si le hubieras dedicado tú también más tiempo, el resultado hubiera pasado de bueno a excelente.

Todo suma. Parece solo una frase hecha, pero es mucho más. Para empezar, rebosa positividad, porque sumar es crecer, aportar, aumentar y ascender. Es como un dardo de energía lanzado directamente contra actitudes negativas, de bajón, que empobrecen, que no aportan nada y están condenadas a un descenso.

Todo suma es lo que ha hecho esta semana la Autoridad Portuaria de Cartagena con la apertura al público del Faro de Cabo de Palos, que pueden disfrutar durante este puente más de cuatrocientas personas, pero que seguro que serán muchos más, porque el interés que ha despertado cuadruplica la cifra de los que han podido llegar a los más alto de este gigante costero.

El propio presidente del Puerto, Joaquín Segado, subrayó que la apertura del faro es una nueva contribución a la oferta turística con el fin de engrandecer a Cartagena. Y es que aunque pueda parecer una iniciativa sencilla supone un ejemplo de cómo aprovechar y potenciar la gran riqueza patrimonial que existe en nuestro municipio.

Creo recordar que fue la exalcaldesa Pilar Barreiro quien hace ya más de una década, antes del declive económico mundial, dio uno de esos titulares redondos, al marcarse el objetivo para Cartagena de alcanzar en poco tiempo el millón de visitantes anuales. Entonces, el número de turistas rondaba los 200.000, pero aquellas palabras y la inercia creciente del sector en la ciudad me hicieron pensar incluso en montar mi tienda de camisetas. Estaba más entusiasmado que convencido y contaba a todo el que me cruzaba las bondades de un proyecto comercial en el que embarcarse con más pasión que fe. La cifra de un millón de visitantes se antojaba y quizá aún se antoje demasiado lejana, pero es indudable que el potencial turístico de Cartagena es muy superior del que ya ha explotado y que tan buenos resultados está dando.

Los datos corroboran ese auge que sentimos y notamos en las calles, donde cada vez parece que hay más ambientes, donde cada vez se ven más turistas, donde cada vez se habla más en inglés y en otros idiomas. El año 2014, el consorico Puerto de Culturas contabilizó algo menos de 340.000 visitantes, una cifra que confirmaba la tendencia al alza y que iba acompañada de la apertura de cada vez más negocios relacionados directamente con el turismo. El pasado ejercio, el año 2017, se superaron los 475.000 visitantes, a lo que hay que añadir que el incremento de turistas en lo que llevamos este año está en torno al 25%, de modo que rebasar el medio millón de visitas parece más que asegurado y, sin duda, supondrá un hito y un motivo de orgullo para Cartagena.

No obstante, lo de lanzar las campanas al vuelo no debería durarnos mucho tiempo, porque creo que aún queda mucho camino por andar para la consolidación de nuestra ciudad como destino turístico de primera categoría. No es que haya viajado mucho, pero en las ocasiones en que he podido hacerlo, he visto ciudades más grandes y más pequeñas en cuyas calles principales todo estaba dirigido y encaminado a captar el interés del visitantes, en agradarle y, por supuesto, en conseguir que sacaras la cartera para gastar unos buenos euros. En nuestra modesta Cartagena, debemos saber bien que la competencia en el mercado turístico es tremenda y que si no avanzamos, probablemente, vayamos hacia atrás. Baste como ejemplo que, hace apenas unos años, el puerto de Alicante acogía muchas más escalas de cruceros que nuestro muelle de Alfonso XII, hasta que el empuje y el auge turístico de Cartagena, al que el Puerto se ha sumado desde el principio, ha propiciado que el número de pasajeros que llega a nuestra terminal sea ahora muy superior.

Superar el medio millón de visitantes, como casi seguro que ocurrirá este año en Cartagena, no debe ser una meta alcanzada, sino una toma de conciencia de que cuando se acometen proyectos, se embellece una ciudad, se la dota de atractivos y, se respaldan y facilitan las inversiones se crece y de eso nos beneficiamos todos.

Imaginen por un momento que se produce un acelerón en el inminente inicio de la excavación del anfiteatro romano y, en pocos años, se convierte en un referente más de nuestra ciudad.

Imaginen que espabilamos y la recuperación de las baterías de costa pasa de las promesas en los titulares de los periódicos a ser una realidad y que Castillitos se convierten en ese castillo de cuento que, cuando los vemos, nos gusta tanto como lamentamos su abandono y deterioro.

Imaginen que comienzan a abrirse hoteles porque se producen escapadas de dos o hasta tres días, porque una jornada empieza a quedarse más que corta para disfrutar una ciudad. O que nos olvidamos de historias absurdas y aprovechamos el potencial turístico del resto de la Región para sumar todos juntos. Imaginen que el muelle se llena de tanta vida que los que nos visitan por el mar propagan nuestras bondades por todo el mundo y que atraquen cuatro cruceros un mismo día pasa de ser una noticia a ser una rutina.

Tal vez me tire la tierra, pero cada vez más fácil ese objetivo de alcanzar el millón de visitantes anuales. Basta con que no nos perdamos en debatir sobre si el estado del municipio está mejor o peor, o si la culpa de que este bien o mal es tuya o mía. Hay que centrarse en conseguir que las tremendas posibilidades que tenemos, que siempre hemos tenido, dejen de ser propuestas para hacerlas realidad. Y para eso, debemos aportar todos, porque todo suma. Y porque, independientemente del color de la papeleta que cada uno depositemas en las urnas, estoy convencido de que todos queremos que nuestra Cartagena vaya cada día mejor.

¿Quién sabe? Igual hasta me animo y aprieto a los míos para montar mi tienda de camisetas.