Hace un par de décadas el FMI publicó un estudio sobre las repercusiones económicas en el caso de que un terremoto destruyera completamente la ciudad de Tokio. La conclusión era que la parte del mundo que saldría peor parada sería? Sudamérica. Y eso porque todo el mundo confía en la capacidad de recuperación de la economía japonesa, lo que detraería enormes fondos del sistema financiero internacional para facilitar la reconstrucción de la capital nipona, un drenaje que afectaría sobre todo a los países en desarrollo cuyas economías son muy dependientes de los mercados mundiales de capitales. Las economías de países subdesarrollados no lo notarían tanto ya que, al fin y al cabo, están desconectadas permanentemente de estos flujos de dinero. La de los países ricos sufrirían menos al contar con más recursos y capitales propios como alternativa. Las conclusiones el estudio recordaban al gag de los tres payasos, en el que uno provoca al otro, pero las bofetadas de éste acaban en la cara del que no había movido un músculo.

Puede parecer divertido, pero bien visto resulta sobre todo patético. Y es que la América de herencia ibérica parece eternamente condenada a llevar la peor parte de las crisis mundiales, aunque el origen no se sitúe precisamente allí. Ya es mala suerte librarse de un imperio distante y disfuncional como el español para encontrar de vecino a un matón sin complejos como el norteamericano en la era del «América para los americanos», una doctrina Monroe que en realidad quería expresar «América es nuestro patio trasero y que nadie se atreva a pisarlo». De ahí vino la apropiación en la práctica de Cuba y Puerto Rico, lo que para estas islas fue como salir de Guatemala a Guatepeor. Y de la nefasta invasión de la United Fruits Co., una compañía de aprovechados explotadores que se llevaron las vías del tren que habían construido en Honduras una vez que un Gobierno de extracción democrática los puso de patitas en la calle. Los estadounidenses se inventaron países como Panamá, arrebatando territorio por las bravas a Colombia, solo para asegurarse el control y las riquezas de la conexión internacional a través del Canal.

Del enfrentamiento entre imperios compitiendo por áreas de influencia, les quedó la peor parte, una perla dictatorial en forma de régimen castrista que vieron en la colonización de Venezuela y su conversión en una oscura dictadura mediante la exportación de los métodos y equipos humanos cubanos para el férreo control político de los resortes de poder, sin el más mínimo respeto a los derechos humanos y a las instituciones democráticas del desgraciado pais, antiguamente referencia de libertad y contraste civilizado de pareceres.

En los años noventa, y gracias en gran parte al derrumbe por agotamiento de la utopía comunista y ayudados por una extraordinaria bonanza en los mercados de materias primas en los primeros años de este siglo, las naciones latinoamericanas parecían encaminados a establecerse como partícipes de pleno derecho en la comunidad de países democráticos desarrollados. Entre movimientos de progreso y retroceso, entre los que destaca la sorpresiva expulsión electoral de la nefasta herencia populista en Argentina, la tendencia parecía consolidarse, a pesar del enquistamiento y deterioro de la situación en Venezuela a manos del chavismo que domina por la vía de la violencia y la represión.

Desgraciadamente, los vientos democráticos aparecen en este momento estar perdiendo fuerza y cambiando de rumbo, y no precisamente en la buena dirección. Si los peores augurios se cumplen, y van camino de cumplirse inexorablemente, este domingo se producirá uno de los peores retrocesos democráticos en la reciente historia del subcontinente sudamericano, con la irrupción de un derechista que pregona la mano dura tipo Duterte sin complejos, machista y racista confeso, y un gran enemigo del medio ambiente, algo que en el pais que acoge a la mayor masa forestal del planeta amenazada perpetuamente por los intereses de la agroindustria, podría tener nefastas consecuencias en la batalla contra el cambio climático.

El lamentable giro en el gigante lusófono se uniría al desastre venezolano, al deterioro en la situación de Nicaragua, que demuestra una vez más que los políticos populistas no tienen finalmente más ideología que la de apoltronarse en el poder a cualquier precio, a las situaciones de violencia civil generalizada en América Central, que provocan la huida masiva de sus poblaciones hacia la tierra prometida estadounidense, y a un preocupante panorama económico en Argentina que amenaza con traer de vuelta al peronismo de estirpe kirchneriana en las elecciones del próximo año. Sin olvidar el nuevo giro hacia el izquierdismo a manos de López Obrador, el flamante presidente electo de Méjico, el mayor pais de habla hispana y también el más atribulado por la violencia narcoterrorista.

Y todo en un momento en el que no se puede contar con el factor benéfico de la mejor versión del imperio estadounidense, ensimismado por el momento en su propia batalla interna entre visiones morales y políticas irreconciliables, las llamadas cuotural wars.

En conjunto, un panorama que a día de hoy parece desolador y que nos recuerda que nunca hay que dar por ganada la lucha frente las ideologías antiliberales, que disfrazadas de populismo siempre acaban cayendo o bien en las mentirosas y simplistas fantasías del fascismo xenófobo o en las del socialismo en su peor versión totalitaria. En fin, de momento les recomiendo emigrar a España, el pais de sus abuelos o de sus conquistadores, dependiendo de su genética. Deberíamos recibirlos con los brazos abiertos, aunque solo fuera para expiar nuestros muchos pecados (solo comparables a nuestras virtudes) como potencia colonizadora y responsables últimos de sus inconsistentes patrones de comportamiento político.