Hay guerra abierta con los móviles, mejor dicho, con el whatsapp. En el cole han dicho que, por favor, se cierre el grupo de whatsapp que tienen los niños. ¿Es que los niños han hecho un grupo? Le pregunté a mi hija Elena, y me dijo que por eso ella quería un móvil: los de ese grupo, desde casa, por las noches, hablaban entre ellos (imagino que cosas muy constructivas e interesantes), y en el recreo comentaban y repasaban todo lo que habían hablado. Eso era en su idioma. En el de los padres, el buen gusto y el respeto brillaban por su ausencia, y los chascarrillos más jugosos se rememoraban en vivo al día siguiente, sacando con ellos lo peorcillo de cada uno. Vamos, lo que se viene conociendo con el nombre de ´bomba de relojería´.

Lo hablaba con Carmen, lo del movil, y me decía que ella le había comprado uno a su hija para poderse localizar mutuamente cuando sale la niña del entrenamiento. Eso sí, le había dicho que no le ponía datos en el móvil, de igual modo que no le dejaría la pistola de su padre (¡viva la Guardia Civil!), ni las llaves del coche para irse de paseo. Oye, me pareció lo más sensato que he oído en años.

Habría que contarles a los incautos del móvil lo que le pasó a la mujer policía, esa de Navarra. ¿No te has enterado? Pobre mujer. Pues resulta que en su trabajo entró un expediente de investigación de un pederasta, dándose la fatal casualidad de que rondaba, o iba, al colegio de sus hijos. Así que en plan madre coraje le hizo una foto a la foto (valga la redundancia) del presunto pederasta, y se la pasó por whatsapp al marido, por si acaso le veía por allí, para que cambiase de acera. La mala suerte quiso que el marido se contagiara del mismo ánimo filantrópico de salvar a la humanidad, y le pasó la foto a otro policía, padre del mismo colegio. Éste se lo pasó a su vez a su mujer que, loca de amor filantrópico, lo puso nada menos que en el grupo de whatapp de la clase, y de ahí a la eternidad. Imagínate. No dudo que creyera estar haciendo un bien. Pero adivina lo que pasó: alarma nuclear, el colegio sitiado por los padres histéricos, el director llamando a la calma€ Y lo mejor es que aunque la locura colectiva la desató el grupo de whatsapp de padres, en el que se colgó ´la foto´, a la que han condenado ha sido a la primera mujer, la que hizo la foto y la puso a rular. Le ha costado a la pobre un multazo y la expulsión del Cuerpo por un delito de revelación de secretos. Fíjate que no ha trascendido si el sospechoso de pederastia subió a la categoría de investigado penalmente. Un ejemplo de cómo un mensaje puede convertirse en un arma de destrucción masiva y del poco control que podemos ejercer sobre lo que ponemos en circulación. Y preguntan mis hijos por qué no tienen móvil.

Tengo en la mesilla el libro de Janell Hoffman iRules. Cuenta los consejos que le dió a su hijo al regalarle su primer móvil. Mola. Le he echado un vistacillo y aunque echa tufo a americanada total, tiene cosas que son verdades como pianos, como que el hecho de hablar por teléfono móvil, o usarlo para comunicarnos, no nos da derecho a ser groseros ni maleducados: «Cógelo siempre que suene» o «no digas cosas que no dirías en persona» me parecen la versión actualizada del poder que el silencio y la sonrisa tenían para Santa Teresa de Calcuta: «La sonrisa resuelve problemas. El silencio los evita».

Con todo, me quedo con lo que le dice Janell Hoffman a su hijo: no lo grabes todo, vive en directo. Las cosas más importantes quedarán grabadas, a fuego, en tu corazón y en tu memoria.