Hay cosas que simplemente no las ves venir. Hay dolores tan intensos, tan incalculables, tan desconocidos. No lo vi venir. ¡No lo vi venir!

Todo era perfecto. No, no teníamos discusiones como cualquier pareja. No, la rutina no se había apoderado de nosotros. Teníamos muchas promesas por cumplir, muchos sueños, muchas esperanzas. Habíamos superado tantas cosas juntos. Todo había sido tan difícil para nosotros y ahora todo parecía perfecto.

La última mañana estabas tan guapo. Yo llevaba un rato despierta. Me habían despertado las náuseas. Con náuseas no te veía tan guapo, la verdad. Además, me temía que esas náuseas eran por tu culpa. Así que fui al baño, vomité, regresé a nuestra cama y me dediqué a contemplarte mientras dormías. Te destapé para disfrutar de tu cuerpo desnudo, único, tan perfecto para mí, sin importarme mucho si pasabas un poquito de frío. Llevaba un par de semanas levantándome con esa angustia, se me aliviada al desayunar y luego regresaba. Parecía que las náuseas se acordaban de mí cuando tenía el estómago vacío. No estaba segura del todo, pero casi y no quería decírtelo a ti hasta estarlo. Observándote lo decidí: pasaría por una farmacia de camino al trabajo.

Te despertaste finalmente, nos besamos con prisas, hicimos el amor con prisas, sin saber que era nuestra última vez, desayunamos con prisas y nos despedimos con prisas también. Yo no noté nada y cada uno se fue camino a su jornada laboral.

Como tenía previsto, paré en la farmacia. Compré el test de embarazo y les pedí pasar al baño para hacérmelo allí mismo. Mi cara lo decía todo y las farmacéuticas me felicitaron nada más salir. No te llamé, quería decírtelo en persona, preparar una cena romántica, hacerlo de un modo especial que pudiésemos contar a nuestro futuro hijo llenos de emoción. Todo sería perfecto.

Así que no lo vi venir.

Y no sé si me duele más tu lado vacío de mi cama o el mío ocupado en tu lecho. No sé si lo sobrellevaría mejor si hubiese tenido alguna sospecha, si no hubiese sido todo tan repentino.

¿Qué pasará ahora con nuestra canción? ¿Dónde irán los besos que mueren en mi boca y que antes eran tuyos? ¿Qué hay de los abrazos que se perderán por el camino? ¿Qué va a suceder con esta vida que era nuestra? ¿Qué hago con esta traición? ¿Cómo explico a esto que nace en mi vientre este abandono?

Me duele que ya no sea mi mano la que estreches. Me lastima que no seas tú quien huela mi piel. Me hiere que no seas tú lo primero que vea por las mañanas. Me rompe pensar que ya nunca me despertarás a media noche con ganas de guerra.

No habrá más cines ni más películas acurrucados en el sofá ni más masajes en los pies.

Cada poro de mi piel grita, cada célula de mi cuerpo llora, cada gramo de mi ser muere con lo nuestro.

Me destroza que ahora te tenga otra aunque esa otra sea la muerte.