Cuando creemos haber alcanzado el máximo nivel en la capacidad de asombro frente a las reacciones machistas generadas por los logros de la igualdad, aparece un espécimen que hace subir la cota alcanzada. La propuesta del ayuntamiento de Archena ha sido portada de diarios regionales y nacionales, contenido de informativos en diversas cadenas de radio o televisión. Encabezando la clasificación del disparate está el audio, incalificable, del empresario archenero reclutador de hombres que lo acompañen: «Este mensaje va dirigido a los hombres. Sí, sí, sí: a los hombres». Aunque no sólo: «Bueno, si alguna mujer nos quiere ayudar, se lo aceptamos». Otra perla: «Estoy promocionando, que luego va a ser fiesta nacional, porque estoy harto del Día de la Mujer, Del día del Gay, que me parece muy bien, pero nosotros no tenemos ningún día. Entonces vamos a hacer el día del macho ibérico». Mensaje que se ha difundido como la pólvora en redes sociales y grupos de whatsapp. Una vez más, algo o alguien de Murcia pasa a formar parte del arsenal del tópico del atraso, la incultura, el machismo, etc.

Si no fuera tan grave el fondo de la cuestión hasta podríamos reírnos de esta muestra de caspa regional pero, siendo bochornoso el audio del empresario, lo preocupante es que la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, avale con una campaña la celebración del día para 'El Rey de la Casa' dirigida, para colmo, «a toda la familia y en especial a todos aquellos que se sientan la corona de la familia».

A mediados de los años 60, cuando aún no había un segundo canal, se emitía un programa estrella los domingos por la tarde: Reina por un día. Se trataba de premiar, durante 24 horas, la abnegación, la entrega y el trabajo de un ama de casa. Sentada en su trono, con una capa de falso armiño y coronada, recibía, emocionada, distintos premios que consistían, habitualmente, en aparatos domésticos que 'facilitaran' su tarea, un fin de semana en Mallorca acompañada por su marido (por supuesto) o el cumplimiento de un deseo.

Con la perspectiva que da el tiempo resulta sorprendente que hubiera cierta conciencia del sacrificio de la mujer pero que, lejos de analizar el lugar al que se la destinaba, se la premiara en una suerte de condicionamiento operante de Skinner que reforzaba la conducta de esa mujer premiándola públicamente de manera que quedara plenamente afianzada y sirviera de ejemplo a las demás. Son muchas las mujeres que siguen haciendo de la abnegación y entrega a la familia su modo de estar en el mundo. No es extraño que quienes se benefician se resistan al cambio.

En algunos pueblos de la región ya no se eligen Reinas de la Fiesta precisamente porque no necesitamos ser reinas o princesas en una sociedad desigual. Si bien es cierto que ha habido protestas allí donde se han suprimido y que algunas asociaciones han tomado el relevo nombrando sus propias reinas. Faltaría más.

A estas alturas del siglo XXI ninguna persona medianamente informada cuestiona la injusticia que hemos soportado, y aún soportamos, más de la mitad de la humanidad. En esta sociedad binaria, que excluye otras identidades, las mujeres hemos sido obligadas a ocuparnos de lo doméstico y a renunciar a la autonomía profesional y económica durante siglos. Un lugar que ha supuesto el gran apoyo de la estructura familiar patriarcal porque, sin coste alguno, se ha beneficiado del corsé impuesto por una mitad a la otra como cuidadoras, enfermeras, responsables de las tareas del hogar, de la alimentación de la familia, de la economía doméstica, de la atención a la vejez, enfermedad y dependencia de familiares, etc.

Las mujeres siempre hemos trabajado, dentro y fuera, salvo excepciones de clases adineradas. En el ámbito doméstico lo hemos hecho sin sueldo, sin días libres y sin reconocimiento social o laboral. Nuestra incorporación a las universidades, a la política institucional, al mundo laboral y profesional ha sido tardía y ha estado llena de luchas que, en general, cada una hemos tenido que librar en solitario pagando un alto precio por ello: dobles jornadas, elección de puestos 'compatibles' con las responsabilidades familiares, renuncia a la maternidad o 'abandono' (culposo) de los cuidados de la familia, ausencia de ocio, pérdida de pareja, etc. Es un hecho que cuando no se cuenta con medios económicos propios es muy difícil tomar decisiones.

Después sí, dentro del contexto de las luchas feministas, se consiguieron por ley las cuotas en los partidos, el divorcio, el aborto, etc. Tenemos también la ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género o la de Igualdad efectiva de mujeres y hombres en las que falla en su aplicación.

Esta equiparación legislativa y el imparable avance de la conciencia feminista, que ha podido verse en las calles y en los medios, han despertado una reacción virulenta por parte de algunos hombres y mujeres como si no pudieran tolerar que la mujer saliera de la cueva doméstica a la que estábamos destinadas.

Por desgracia, la propuesta del ayuntamiento de Archena es un caso paradigmático de la reacción del machismo más rancio a los cambios que supone la igualdad entre mujeres y hombres. Lejos de aprender, se aferran a sus costumbres, aunque se trate de insistir en el lugar de privilegio del hombre frente a la mujer. Parafraseando a Simone de Beauvoir podemos afirmar que el opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre las propias oprimidas.