Epicteto de Frigia fue un filósofo griego que dijo aquello de «cuando hayas de sentenciar procura olvidar a los litigantes y acordarte sólo de la causa». Venía a decir que ser justo implica centrar el foco en la causa, no en las partes implicadas. Algo con lo que todo el mundo podrá estar de acuerdo, sean juristas o no, porque es cuestión de sentido común, de sentido de la justicia. Y de cumplimiento de la justicia pareció la resolución del Tribunal Supremo que se pronunciaba, días atrás, en relación con quienes han de pagar los gastos que generan las hipotecas. Y lo hacia a favor de la ciudadanía y en contra de los intereses de la banca que, al parecer, en este país tiene mucha más fuerza de la que sería deseable en una democracia. Fuerza que se pone de manifiesto con el paso atrás del alto tribunal que ante los ojos pasmados de un pueblo al que continúan sorprendiéndole determinadas decisiones, da la sensación de dejarse influir por las presiones de los poderosos y no tiene pudor en rectificar dejando en el aire si será la banca o el cliente quien pague el impuesto de las hipotecas.

El Tribunal Supremo, del que siempre habíamos esperado claridad y firmeza en sus decisiones, ahora ha sumido en la más completa incertidumbre a miles de usuarios, de clientes de los bancos, afectados por el llamado impuesto de las hipotecas, porque a petición del presidente de la Sala, Luis María Díez Picazo, la doctrina que iba a sentar la nueva sentencia ha de ser revisada, ahora, por el pleno de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, compuesta por 31 jueces.

Así, como lo están leyendo. Que el presidente de la Sala decida que el Pleno aclare qué doctrina se aplica después de haber dictado la sentencia es sorprendente, y preocupante también. Y no solo les parece sorprendente y preocupante a los ciudadanos; también se ha pronunciado en este sentido la asociación Jueces y Juezas para la Democracia poco después de que se diera a conocer esta decisión del presidente de la Sala, el magistrado Díez Picazo, mostrando públicamente su extrañeza ante esta determinación.

Minutos después de que se conociese esta extraña decisión, desde Jueces y Juezas para la Democracia se tachaba de 'intolerable' que la sentencia «velando por los intereses de la ciudadanía» se vaya a revisar «por los intereses de la banca», para continuar apuntando sobre la marcha atrás del Supremo: «No se puede imponer la lógica del mercado a la lógica del Derecho». Palabras del portavoz de esta asociación profesional, Ignacio González Vega, que afirmaba que esta decisión del Supremo, «da una mala imagen de la Justicia, es innegable. Los ciudadanos están perplejos».

Perplejos y algo más porque si no se puede creer ni en el Tribunal Supremo porque, al parecer, éste es más sensible al pulso de los poderosos que a la estricta aplicación de la justicia díganme que nos queda. Y díganme en que lugar quedan también los magistrados que componen la sala que entiende de materia tributaria cuando su sentencia será revisada por el Pleno de la Sala donde, lógicamente, hay magistrados que interpretan otras materias.

Es muy llamativo que una sentencia, dictada por los especialistas del Tribunal Supremo en materia tributaria vaya a ser puesta en cuestión por quienes no son especialistas en dicha materia.

El magistrado, Jesús Cudero, ponente de la sentencia cuestionada, escribe en su cuenta de Twitter: «Es intolerable que una sentencia de la sala tercera del Tribunal Supremo velando por los intereses de la ciudadanía se vaya a revisar por los intereses de la banca».

Y Platón dijo: «Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte».