Algo pasa en nuestros pueblos y ciudades que está cambiado incluso la propia fisionomía urbana. Donde antes había escaparates y comercios ahora solo hay carteles de ´se alquila´ o ´se traspasa´, persianas cerradas y barrios que están perdiendo parte de su vida y su identidad. Ocurre en nuestra Región y en todo el territorio nacional. El pequeño comercio, el de proximidad, se enfrenta a una de sus peores crisis y corre el riesgo de desaparecer o convertirse en residual. Solo entre 2015 y 2017 tuvieron que echar la persiana 15.958 comercios y su volumen de negocio se redujo en 27.000 millones de euros. Tras enfrentarse a la irrupción de los grandes centros comerciales y franquicias, después a una dura crisis económica, ahora tiene que enfrentarse al gran reto de la revolución digital, que está cambiando los hábitos y costumbres de los consumidores.

Ahora se compra sin salir de casa: el 78% de los ciudadanos accede a internet y el 28% de los consumidores confiesa comprar al menos una vez al mes a través de un comercio electrónico que movió el año pasado más de 30.000 millones de euros, un 25,7% mas que en 2016. Y las cifras no paran de crecer mientras solo un 28,1% del pequeño comercio tiene web propia. Existe una clara brecha digital, y el pequeño comercio debe modernizarse para poder competir en la era digital: debe poder acceder a los nuevos canales de comunicación y modelos de negocio.

Entre sus retos también se encuentra el relevo generacional. El sector sufre un envejecimiento, que se refleja en que solo crece el grupo de los mayores de 55 años, gente que ya encara la jubilación. Es necesario hacer atractivo a los jóvenes el comercio y promover su continuidad. La lucha contra el intrusismo es otro reto pendiente. La competencia desleal y la economía sumergida deben ser perseguidas por las administraciones, pues suponen un claro perjuicio al desarrollo sectorial.

Las campañas de rebajas, que eran los periodos para dar salida a los ´stocks´ acumulados, se han desvirtuado con promociones y ofertas constantes que crean confusión en los clientes y con las que el pequeño comercio no puede competir, al contar con márgenes más reducidos. Es, por tanto, un sector que tiene que competir con reglas adversas y al que hay que proteger e incentivar por parte de las diferentes administraciones.

Como resultado de la transformación comercial (que en España ha sido más tardía que en la UE, pero también más rápida), en la actualidad, el sector tradicional se encuentra en situación de caída de cuota de mercado (ha perdido un 40% en las últimas décadas) y de disminución de los márgenes, lo que ha llevado a muchos comercios bien a desaparecer o bien a integrarse en establecimientos o franquicias de mayor envergadura.

El gran reto que afronta ya el comercio tradicional es lograr su modernización y su competitividad. En este sentido, es de destacar el hecho de que parte del comercio ha sabido adaptarse y mantener su competitividad a través de la modernización y la mejora, introduciendo innovaciones tecnológicas y organizativas y especializándose, lo que le ha permitido diferenciarse, ofreciendo, además de una gran capacidad de asesoramiento, un trato personalizado y cercano a los clientes.

El Gobierno del PSOE dice proteger al comercio minorista, pero ha pactado con Podemos unos presupuestos llenos de impuestos para la clase media y trabajadora. Y perjudiciales para los autónomos y pequeños comerciantes a través de la subida del diesel (de nueve céntimos por litro, unos cinco euros más por deposito), o de las cotizaciones, que supondrán 420 euros más al año para los casi 100.000 autónomos de nuestra Región.

Ciudadanos presentó la pasada semana ante la Comisión de Industria, Comercio y Turismo una iniciativa para impulsar el desarrollo del comercio minorista y el fomento de su transformación digital. Se articula en medidas como el fomento de las infraestructuras, la promoción de industrias y servicios de contenidos digitales, impulso a la presencia de las pymes en el comercio electrónico o mejorar la formación en competencias digitales, todos temas imprescindibles para la modernización de nuestro comercio. La iniciativa de Ciudadanos fue aprobada por amplia mayoría, porque es un salvavidas para proteger e incentivar nuestro pequeño comercio, algo que debería ser una prioridad para todo gobierno y uno de sus principales ejes de actuación.

Para mí, resulta impensable que se apaguen para siempre los escaparates y que las persianas de las tiendas de mi barrio no vuelvan a subir. El comercio de proximidad es parte de nuestra identidad y costumbres, genera riqueza local, fomenta el autoempleo y llena de vida nuestras calles. Mantenerlo y potenciarlo es nuestra obligación.