En un cuento de Andersen, las aspirantes a casar con un príncipe heredero se ven sometidas a una prueba que determinará si por sus venas corre sangre azul y, por lo tanto, si son o no candidatas adecuadas a compartir el trono. Invitadas a dormir en palacio, la madre del muchacho les coloca subrepticiamente bajo sus colchones un guisante. Como saben muy bien los monárquicos, solo la extrema sensibilidad de la alta alcurnia es capaz de detectar un diminuto chícharo y de sufrir por ello un sueño agitado y lleno de pesadillas, como le ocurre a la ganadora, ojerosa y desasosegada al alba. Fin del cuento.

Pues bien: la extrema sensibilidad ya es patrimonio hoy de todo quisque. Todo bicho viviente se alarma, protesta y patalea ante cualquier nimiedad que enseguida toma por ofensa personal morrocotuda. Cualquier insignificante asociación, parvo club, grupúsculo, cofradía minoritaria, insignificante gremio o comunidad de cuatro miembros mal contados arma la gorda si se le sopla un pelo, impreca a los cielos jurídicos y redsocialeros si sufre el menor roce. El Poder lo ha conseguido una vez más: ocupados en clamar ante lo poco, olvidamos rebelarnos ante lo mucho. Todos nos hemos convertido en princesas del guisante.

Por ejemplo. Vistos los seis episodios de la exitosa serie televisiva española Gigantes, ya tiemblo al ver acercarse la oscura nube principesca guisantera ultrajadísima y rasgándose vestiduras que es un primor. Los Amigos de los Boxeadores Triunfantes porque pueden sobrevenirles venganzas tras su éxito. La Asociación de Chigreros Nocturnos por ser pintados como delincuentes tapadera. Los Empresarios de la Enseñanza Privada, al mostrarse que entre su alumnado uniformado pueden cobijarse células fascistas. La Mutualidad de Fabricantes de Navajas (quién sabe si agrupaciones tales existen, a lo mejor sí) debido a que en diferentes episodios las armas blancas se usan solo para fines apuñaladores de seres humanos y no para cortar jamón, queso y chorizo, que es lo suyo. El Club de Apellidados ´Guerrero´, pues la familia malísima (así llamada) que protagoniza la serie hace que la maldad de un Hannibal Lecter o un Jack el Destripador parezca un entretenimiento para solaz de las fiestas de primera comunión. ¿Qué no dirán los Defensores del Lince Ibérico al contemplar horrorizados la mirada aviesa que el félido dirige a la cámara en el episodio sexto? ¿Qué santos no bajarán del cielo los Conservistas Ecologistas Medioambientistas Doñanistas, lacerados cuando comprueban que solo se muestran atardeceres del Coto y no sus problemas de sostenibilidad?

Los Marchantes de Arte Unidos no dejarán títere con cabeza en Facebook al ver cómo sus carnes se abren por ser un marchante traidor, inconfeso, mal hijo y peor hermano. La Cooperativa de Naves Industriales petará Twitter, cansada ya de que sus galpones alberguen en esa ficción nada más que baños de sangre y alijos de droga, en vez de fardos de cereales y maquinaria agrícola, como corresponde.

Los Peones Andaluces de Ahora verán irritados lo fácil que les resulta suplantarlos a unos asesinos (ucranios, encima), con lo que protestarán cuando más duela. Los Sindicatos Policiales de Uniformados Conductores no dejarán de acudir a las Cartas al Director criticando la mala imagen que da un agente comiendo chicle en acto de servicio. Gritará el Club de Sombrereros, porque los asesinos usan sombrero. Gruñirán los Fumadores Pacíficos: los canallas fuman. Se quejarán los Tiradores de Ballesta: tiran ballesta unos pijos franquistas. Abuchearán los Tizianistas Tercera Asamblea: un tiziano se vincula con la mafia. Protestarán los Vecinos Recalificadores de Cascorro: al barrio lo dominan delincuentes. Y hasta bramarán los Conservadores de las Verjas de los Bares: todas aparecen herrumbrosas.

Así, nada de fijarse en policías y jueces corruptos, en narcos, en evasiones fiscales, en la familia como germen de maldad. Nada de ir a lo gordo. Se irá a lo flaco contra Gigantes, El reino y cualquier peli española semejante. Se rascará donde no pica. Se sentirá el escozor del guisante, que aquí somos más finos que la lija.