Los Presupuestos Municipales ya están aprobados y ahora el Gobierno del alcalde José Ballesta tendrá que ponerse las pilas si quiere cumplir alguna de las medidas que anunciaron en el pacto con Ciudadanos, que permitió sacar adelante las cuentas. Ya no habrá excusa para atender las demandas ciudadanas que cada semana o periódicamente se reflejan en las páginas de este diario sobre el transporte público que, hasta ahora, no parece levantar cabeza.

El Gobierno local no es tonto y sabe muy bien dónde apunta a la hora de reflejar en un papel las necesidades vecinales, aunque las soluciones puedan quedar en papel mojado (ya se verá lo que los políticos desarrollan). De las once actuaciones prioritarias recogidas en el pacto con la formación naranja cuatro hacen alusión a la movilidad. La verdad es que la primera es bastante genérica, prueba de que el departamento de Tráfico del Ayuntamiento de Murcia no tiene muy claro cómo empezar ante tantas quejas, y no es de extrañar conociendo las decenas de demandas que tiene encima de la mesa sobre el funcionamiento del autobús y de sus conexiones con las pedanías.

Así, una de las medidas estrella del pacto es ´la mejora en el servicio de transporte público´, una idea muy general que deja claro, en su vaguedad y su nula concisión, que hay mucho por hacer.

Empezar a corregir el desaguisado que el PP ha generado en el municipio a lo largo de los años no va a ser nada fácil. Sería cansino repetir en este espacio las carencias y reivindicaciones ciudadanas. Basta con nombrar las dos últimas polémicas recogidas: la falta de vehículos de pasajeros para que los estudiantes que van al Instituto de Espinardo lo hagan en condiciones óptimas (afirman que van como ´sardinas en lata´ y lo demuestran con fotos) y la petición de que vuelva a la carretera la línea 61, un itinerario que fue suprimido en el 2012.

En ese momento, José Ballesta formaba parte del gobierno de la Comunidad Autónoma que decidió eliminar esa línea, unos años negros para el transporte público en autobús que dejó a miles de usuarios en la estacada y con el bolsillo de otros temblando.

Además de mejorar el transporte público en general, el Ayuntamiento con sus nuevos presupuestos tiene previsto la creación de la Entidad Municipal de Transporte, un organismo cuyas funciones no están aún definidas y que deberá coordinar el autobús, el tranvía y hasta el taxi si quiere hacer las cosas bien y que su política beneficie al ciudadano y no a las distintas operadoras. También se prevé la recuperación del buhobús, un servicio eliminado por su elevado coste y que puso en marcha la Administración local de la mano del que fuera concejal de Tráfico, Antonio Sánchez Carrillo.

La creación de una red de aparcamientos disuasorios, incluyendo una solución al parking del Malecón, es otra de las medidas anunciadas que afectan a la movilidad urbana y que no es nada nueva. Los distintos gobiernos anteriores ya habían anunciado esto mismo. En ese mandato también se prometió eso mismo a las primeras de cambio sin que se haya puesto en funcionamiento el número de plazas totales anunciadas. En definitiva, mucho trabajo por hacer en una ciudad en la que tanto gobernantes como gobernados andan fascinados por la automoción con atascos no solo en horas punta sino en las denominadas ´horas valle´, que prácticamente han dejado de existir en esta metrópoli en la que no acaban de cuajar otros modelos alternativos de desplazamiento. No es plan de traer a colación de nuevo los carriles bici inexistentes en zonas de densidad automovilística o de contaminación atmosférica. Y la poca voluntad para implantar la bici como vehículo verde. Da cansera. Por nadie pase.