Hasta el próximo día 19, en el salón de la alcaldía de La Alberca, el pintor Ignacio García Moreno expone un proyecto que en principio consta de una treintena de cuadros al óleo y de gran formato, Inner Scapes (paisajes interiores).

La muestra se enmarca en el criterio de la comunicación y las diferentes relaciones personales que pretende mostrar el pintor con sus óleos, procedentes de un realismo comprometido y producto de un cromatismo que resalta en habitaciones vacías que previamente conoce el autor. Los espacios de una decadencia hermosísima y una sólida relación temática se reviven relaciones inquietantes al modo de 'relatos privados de trastornos domésticos', según comenta el autor, quien añade que «ante la superficialidad de las relaciones cibernéticas, la velocidad, el frenetismo laboral, la cultura y el ocio actuales, las escenas pictóricas de este trabajo nos transportan a una época pretérita donde el hombre tenía menos medios, información y conocimientos , pero atesoraba una educación sustentada en principios, valores e integridad moral».

¿Y qué es lo que nos muestra en esas habitaciones antes vacías, el artista? ¿con qué quiere sorprendernos, logrando emociones variadas y diversas? Un realismo inquietante de casas y estancias completamente vacías; pasea nuevas vidas que él nos va concretando, rebelión, muerte, decadencia, carne febril, inocencia, delgadez infinita y grietas, tanto en las estancias como en la piel de los moradores recuperados por el pincel y los colores del pintor, grietas en la vida y en las paredes; sin que esté Solana en esas pinturas, está la tristeza y el golpe del dolor de sus personajes. Un atrevido carácter solanesco va y viene en la soledad de algunas escenas de los cuadros que se esparcen con enfermedades inacabadas y locos sin escrúpulos. La vida le ha dicho al pintor que pinte, que nos pinte en otras cuestiones distintas a la moda de las redes sociales, que deje la dulzura de unas estancias que no son verdad y nunca lo fueron, y nos diga la vida y su verdad, aunque nos duela. Y el pintor redobla la ruina de esas estancias y recoge la vida con sus valores y sus dolores, una sociedad proyecto que ahora nos trae a La Alberca y que ya tuvo su vida en Santo Ángel con su éxito también peculiar.

Estos cuadros tienen la dignidad también de un poeta-pintor, que así es el trabajo de Ignacio García Moreno, pintura que da vida a las ruinas, con diversos ambientes, que ennoblecen el arte en una dinámica poética, porque te hace daño, te duele; como es la nueva poesía cinematográfica, lo fue la musical y ahora es esta pictórica, porque te arrebata y te deja mirando fijamente el mundo creado por Ignacio, por el arte, por su paleta verde o azul o bermellón con que el pintor no quiere agotar su pintura, sino prolongarla en esa comunicación que le recuerda la casa y a nosotros nos sobreimpresiona, llenando súbitamente el recreo de su pintura en poema, en esos poemas pintados.

Hermosa y valiente exposición ésta de Ignacio, con una docena de exposiciones y premios que ya le avalan en su juvenil trayecto. Una poesía de la verdad, o tal vez del sueño, o de la fantasía; pero una poesía de la comunicación, entre el dolor y el afligimiento, entre la locura incipiente y las sombras en silencio de aquellos que vivieron una casa hoy ya deshabitada procedente del realismo de las estancias rurales alejadas de los medios sociales, de las redes sociales, ahora ya en el silencio de una poética de la tristeza del corazón del mismo mundo callado, de la verdad desnuda.

Un proyecto crítico con el comportamiento del hombre, con la política y la economía internacional, la desigual distribución de los recursos y la riqueza, y sobre todo con una carencia de perspectiva global que genere una identidad humanitaria única, encaminada a solucionar los problemas del hombre como especie en lugar de diluirse en identidades nacionales basadas en el consumismo y la primacía de Occidente.