Hay un refrán popular que dice «querer es poder». Pensemos que las cosas pueden ir a mejor si cada uno nos proponemos aportar nuestro granito de arena en la vida familiar, profesional y social.

Los cristianos lo podemos extender también a la vida parroquial. De modo que desaparezcan de los ambientes en que nos movemos los comentarios negativos, las habladurías, los susurros, los sarcasmos en nuestras conversaciones y adquiramos una visión alegre, optimista, positiva y alentadora.

Así lo sugiere el papa Francisco en su exhortación Gaudete et exultate. Como dice un proverbio chino: «Todos los días nos arreglamos el cabello; ¿por qué no hacer lo mismo con el corazón?»

Apostemos por una cultura no agresiva ni violenta, sino por un diálogo respetuoso, de encuentro, que escuche al otro y empatice, también cuando hay diversidad de pensamiento o de creencias.

Debemos aprender a disentir, pero dando razones de nuestra fe, ejemplaridad de vida. Como siempre, el mejor testimonio es nuestra manera de comportarnos. ¿Quién no guarda en la memoria un buen ejemplo, una ayuda, un favor recibido, una sonrisa en un momento de decaimiento? Estas cosas no se olvidan.

Espeso clima de crispación, de discusiones ásperas, de insultos y palabrotas que contemplamos a diario no facilitan la paz ni la felicidad. Pero, frene a esa realidad, los receptores podemos ejercitar nuestro sentido crítico, seleccionar y contrastar los medios de información que queremos recibir y también apagar esos medios, sin estar todo el día enganchados. El silencio y la lectura reflexiva y sosegada de libros profundos son excelentes medios de evitar la invasión de nuestra intimidad. Así, daremos mayor valor al diálogo personal que facilita el discernimiento crítico, al evitar recibir pasivamente unas informaciones, muchas veces interesadas y conquistadoras de opinión.

Ante este panorama, que lo tenemos al alcance del móvil y en la calle, no es pecar de ingenuos, pero los cristianos podemos aportar la alegría de la buena nueva que nos trajo y nos trae a diario el Evangelio. Dios hecho hombre es la mejor noticia para el ser humano. Es el Emmanuel, el Dios con nosotros.

Este año de la no violencia, además, se han cumplido cincuenta del asesinato de Martin Luther King, mientras estaba en el balcón de un motel en Memphis, Tennessee. Murió a los treinta y nueve años tras una vida intensa.

Por ello, el tercer lunes de enero, coincidiendo con el mes de su cumpleaños, se celebra en Estados Unidos como día festivo para homenajear la figura de este líder de la lucha pacífica por los derechos civiles.

Para concluir estas reflexiones sobre la no violencia en la sociedad, propongo dos títulos de libros que nos ayudarán a ser asertivos: Ética del humor, de Juan Carlos Siurana, profesor titular de Filosofía en la Universidad de Valencia, en el equipo de Adela Cortina. Y uno más ligero de lectura y sencillo, recién publicado, Abre la puerta a la alegría, de Alex Rovira y Francesc Miralles.

Al terminar de escribir mi artículo, busco las noticias en la tele y me encuentro con una dura polémica donde aparecen los sucios suburbios del diccionario, disparando palabras insultantes.

Más razones para luchar por la no violencia. Esto tenemos que combatirlo.