Tener hijos, a ver si me explico, es jodido. Tener hijos en un cole público, más aún. Pero tener dos críos con necesidades específicas de apoyo educativo haciendo Primaria en un cole público, como es mi caso, ya se lleva la palma. ¿Se lleva la palma? No. Hay algo aún más jodido, creedme, y es tener dos hijos con necesidades específicas de apoyo educativo haciendo Primaria en un cole público de la Región de Murcia.

¿Por qué? Pues por varios motivos. Algunos muy obvios: nuestra Comunidad es la que menos invierte en Educación pública por habitante de todo el país, y al mismo tiempo la que mayor porcentaje destina (junto a Madrid) a subvencionar la concertada. Y otros. Una consejería que de cada tres palabras que emite dos son 'excelencia' trata a los niños con Altas Capacidades de una forma muy poco excelente. Tiene un mecanismo estupendo para detectarlos, es cierto, pero de ahí en adelante la cosa se encutrece: ni hay programas para ellos en los centros educativos ni se conceden becas para ayudar a las familias a pagar actividades de estimulación: una sesión grupal de tres horas cada quince tardes y vas que te matas.

Pero lo que ya entra en una zona de color castaño oscuro es la forma en que se atiende la discapacidad. Los niños con diversidad escolarizados en la Región llevan años viendo recortados los recursos para su inclusión, y la tendencia no se ha detenido ahora que vienen elecciones y se supone que ya hemos salido de la crisis. Es jodido, y tanto que tal vez la palabra ya no es 'jodido' sino otra que os dejo imaginar, escuchar a la señora Martínez-Cachá, a la sazón consejera del ramo, anunciar el concierto de bachilleratos de nueve centros privados más el próximo curso (a un coste superior al millón de euros) mientras endurece los requisitos para optar a una beca de educación especial.

Es jodido, y-tanto-que-tal-vez etcétera, enterarte de que la misma señora ha decidido pagar, en año preelectoral, una prueba de nivel de inglés vía empresa privada para los alumnos de Sexto de Primaria (como si sus notas no fuesen suficientes), a un coste por barba de ochenta euros (otro millón largo de euros en total), mientras recorta el apoyo de Audición y Lenguaje que reciben en los centros los niños con esos problemas.

Es jodido oír a la consejera hablando de libertad, libertad y libertad para justificar cada uno de sus carísimos caprichos a favor de la privada, cuando las aulas abiertas para niños con diversidad en los centros públicos siguen masificadas. O que te llamen para que recojas al pequeño, porque no se ha cubierto la baja del personal de apoyo y nadie lo puede llevar al baño, o ayudarle en el comedor.

En una de las Comunidades autónomas con peores resultados PISA, es jodido ver a los responsables de nuestra educación pública embarcados en una estrategia de privatización y segregación que acaban pagando los niños que más necesitan la inclusión. Por eso, un buen número de madres y padres de niños con necesidades especiales nos juntamos ayer a la puerta de la consejería. Nos recibieron. Le echaron la culpa de todo a los Equipos de Orientación. Pero no nos mandaron para casa. Queremos darle la vuelta a la forma en que estos políticos atienden la diversidad. Y a ver quién nos para ahora.

Ya os contaré.