De un grano de arena€ ¿qué se puede esperar? Leía el otro día en Internet, en ese mundo en el que se puede encontrar todo lo bueno y lo malo, que en apenas un metro cúbico caben unas ocho mil millones de estas partículas, ni muy finas ni muy gordas.

Pongamos al estilo de la playa de Calblanque. Uno de los enclaves de los muchos que esta Región tiene para presumir, formada, como digo, de la confluencia de infinitos granitos de arena. De la insignificancia de lo individual a la belleza magistral de lo colectivo. Y es lo que pretendo con esta colaboración: aportar para sumar.

Enclaves de los que presumir, pero también, y más después de este pasado fin de semana, murcianos de los que sentirnos orgullosos. Alejandro Valverde, Ana Carrasco, Laura Gil y Carlos Alcaraz, alcanzaron títulos mundiales en sus respectivos deportes. Pero además, nos transmitieron en mayor o menor medida, sus emociones. Y así, los hicimos más nuestros, como más de la propia casa en bata y zapatillas, estos días todavía en pantaloneta y chanclas.

Las imágenes de la televisión y las declaraciones sobre todo de Ana y Alejandro, provocaron en más de uno de nosotros, hay que reconocerlo, el que compartiéramos lágrimas con el de Las Lumbreras y orgullo sereno con la de Cehegín, que ha vuelto a romper un techo de cristal en la persistente lucha por la igualdad de género. Por cierto, en un deporte, el motoclismo, que no plantea diferentes categorías por razón de sexo.

Eh, y nos dio como mucho gusto el que los medios de comunicación nacionales emplearan el gentilicio ´murcianos´ para referirse a ellos.

Todos, junto otros nombres del deporte, pero también de la cultura (en la música, el teatro o las letras), de la economía y el mundo de la empresa, desde la moda o el diseño, y también de la política (sí, también he dicho de la política), aportan con su trabajo esos granos que se depositan en el platillo de lo positivo en la balanza de la imagen de esta Región.

Hay mucho lastre al otro lado del fiel: el que han dejado los casos de corrupción, las noticias desenfocadas del agua, el deterioro del Mar Menor o las desigualdades sociales, por apuntar algunos de ellos.

Para aligerar ese contrapeso, tendremos que seguir añadiendo el esfuerzo de muchos más. Grano a grano de arena.