Un reciente estudio de la Universidad de Palo Alto, California, arroja sorprendentes revelaciones sobre la capacidad de los sirios y yemeníes de experimentar sentimientos de tristeza y dolor tras perder a seres 'queridos' en un bombardeo. Si hasta ahora solo reconocíamos en los habitantes de estos países una gama muy reducida de respuestas emocionales (ira, odio e inclinación al terrorismo), esta nueva investigación parece haber encontrado indicios de algo más. «Nuestro estudio demuestra que algunos sujetos se entristecen de verdad, casi como podría entristecerse cualquier norteamericano o, al menos, cualquier europeo», añade el director del trabajo, Jonathan Prytzal.

La extravagante hipótesis, que avanza esta semana el prestigioso semanario The Onion, se encuentra aún en proceso de revisión por pares para su publicación completa, pero ya ha despertado reacciones encontradas. Mientras grupos pacifistas como Perroflautas por la Paz o Naciones Unidas han sugerido que «no sé, o sea, a lo mejor podríamos bombardearlos un poco menos, porque lo mismo son personas», las potencias geoestratégicas responsables de estos conflictos armados han cuestionado firmemente la posibilidad de considerar humanos a estos seres. Así, Donald Trump ha enviado un mensaje contundente al equipo de investigadores de la prestigiosa universidad californiana, acusándolos de difundir noticias falsas y apoyarse 'en la postverdad', y añadiendo: «Tal vez estos señores que hablan tan raro deberían aprender americano o volver por donde vinieron». Vladimir Putin, por su parte, ha invitado a los especialistas en psicología clínica autores del estudio «a un té muy rrico en el Kremlin para selebrar», antes de emitir un 'muahahahahaha' que algunos expertos en diplomacia internacional tachan de 'francamente inquietante'.

Entre nuestros dirigentes, también se ha manifestado al respecto el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell. Preguntado por la posibilidad de que el armamento español recién vendido a Arabia Saudí esté causando 'tristeza' entre los familiares de las víctimas, el mandatario se ratificó en sus recientes declaraciones: «Insisto: nuestras bombas son de alta tecnología y, por tanto, ni causan más víctimas de las estrictamente deseadas ni provocan pesadumbre entre sus allegados». Tras el '¡Olé!' de un periodista a sus palabras, el ministro quiso profundizar en su postura: «El yemení no sufre. Es arte, es cultura. Se habrían extinguido si no...». Un miembro de su gabinete le comunicó en ese momento una urgencia y se lo llevó a toda prisa de la sala.

La mayoría de especialistas de referencia en Psicología y Antropología se han sumado (abrumadoramente en contra del equipo de Prytzal) a la polémica, como el doctor Fabio Testicoli, catedrático de Psicología de la Università della Sapienza, en Roma: «Siempre es lo mismo. Desde que los periódicos difunden imágenes de guerritas en el Tercer Mundo, algún equipo de oportunistas recurre a las pseudociencias para ganarse a los ingenuos y captar titulares. Todavía recuerdo a aquellos chalaos de Stanford que sugerían que los vietnamitas podían sufrir estrés postraumático tras veinticinco años de guerra, jajajajaja».