Hoy estoy eufórico. Nunca hice la tesis doctoral, solo los cursos preparativos de la misma, a los que asistí religiosamente, entre otras cosas porque aprendía y me divertía. Ya era juez y recuerdo que el eminente catedrático que nos los daba planteó la cuestión de si un aval en mercantil o una fianza en civil era un acto de disposición, de enajenación o de administración. Mis ilustres compañeros, casi todos ya profesores, opinaban de manera diferente unos de otros, por lo que el catedrático me espetó: a ver, el juez que condena y absuelve en base a un aval, qué piensa. Me limité a contestar, quien avala paga, profesor. Supongo que el director de los cursos de doctorado se echó las manos a la cabeza preguntándose interiormente ¿cómo se puede condenar sin saber qué clase de acto es un aval? Nunca lo supe. En fin, que afortunadamente no hice la tesis doctoral y nadie me la convalidó ni la regaló. Esta facultad de Derecho UMU es lo que tiene, que es seria. Si lo sé me voy a la del rey desmérito y ya sería doctor 'cum laude' o no, quién sabe, porque a lo mejor no es verdad todo lo que se dice y es una Universidad como las demás.

Estoy eufórico, por tanto, porque no me podrán sacar los colores con el doctorado, ni siquiera aplicando ese dicho que circula, consistente en que copiar a uno es plagiar, pero copiar a muchos es investigar, siendo el colmo de los colmos el auto plagio, término que he oído últimamente y me ha dejado estupefacto a la par que sumamente perplejo, porque si alguna vez se me ocurre hacer la tesis (puesto que los cursos de doctorado ya los tengo hechos con asistencia incluida), no podré copiar estas interesantes reflexiones que les hago en mis artículos de prensa.

Y como tal entusiasta y jurista acudo a enterarme de lo que se necesita para ser un jurista entusiasmado. Buceando en las redes (espero que no sea plagio, solo inspiración) me encuentro que lo primero es ser buena persona (elemental, querido?). Ser amable también, para que con quien trates sea más feliz después de verte ( Teresa de Calcuta). Solucionar los problemas que tengan solución y no preocuparse de los que no la tengan, a continuación, asimismo es una buena teoría Y, por supuesto, valorar y cuidar lo que tienes, para que no lo pierdas y lo eches de menos.

Estas notas se reducen a dos: estar sano y pasar de todo lo que no sea importante, disfrutando de lo que tienes. Solo así conseguirás ser feliz a pesar de no disponer de un doctorado en la Juan Carlos I. Y no te sientas discriminado si no lo tienes, porque torres más altas ha tirado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Si no, que se lo digan a ese hospital católico que despidió a uno de sus médicos por casarse tras un divorcio y dicho tribunal ha obligado a su readmisión por haber sido discriminado por religión, ya que el carácter sagrado e insoluble del matrimonio no es requisito incompatible con la responsabilidad médica.

Cuántas sorpresas se van a llevar todos esos que hacen lo contrario a lo que predican: amor al prójimo. Quizás solo aplican de los santos mandamientos reducidos a dos, uno de ellos que seguro cumplen es amar a Dios sobre todas las cosas (un Dios a su medida, claro), pero en cuanto al prójimo, que le den si se divorcia y está dando clase en un colegio más que religioso. A la pu? calle, aunque tenga dos hijos pequeños. Eso es amor? a ti mismo. Menos mal que en este mundo les está llegando su hora a base de sentencias judiciales, y cuando lleguen al otro les darán las campanadas definitivas. Amén.