No hacían falta estadísticas ni informe alguno para darse cuenta de que en nuestra región hay una escandalosa cantidad de locales de apuestas. Los ves por todas partes, en los centros de las ciudades, en las periferias, en los márgenes de carreteras, junto a gasolineras, en los polígonos industriales. Los ves con esos colores y esos logotipos estándar en sus fachadas chillonas, horribles y magnéticas para el ludópata. Los ves con esas puertas semicerradas y esas pobres personas entrando y saliendo, normalmente solos, a veces de forma casi clandestina poniéndose al salir las gafas de sol y la gorra. Locales de apuestas por todas partes y con un protagonismo insultante en la escena urbana. Lo voy a decir ya: me dan asco.

La asociación Nueva Esperanza, una ONG dedicada a la ayuda a enfermos ludópatas, ha denunciado que la Región de Murcia cuenta con la mayor proporción por habitante de locales de apuestas de toda España. En alguno de nuestros pueblos más pequeños, como Moratalla, hay cuatro salones de juego. Triste récord. Fantástica imagen de marca para nuestra región.

Con motivo de la afortunada iniciativa del Gobierno regional de reformar el reglamento que atañe a esta actividad y que podría suponer en la práctica el freno a la expansión del parque actual de este tipo de locales, y de diversas iniciativas parlamentarias de los grupos de la oposición en la misma o más ambiciosa línea, han surgido múltiples informaciones sobre qué implica este sector de negocio y, entre otras cosas, cómo puede afectar a la población más joven. Y todo lo que vamos conociendo da lástima.

La ludopatía es un grave problema, muy grave, y todo lo que implique no combatirla por tierra y aire es poco. Al parecer el perfil del usuario de los locales de apuestas ha bajado en los últimos tiempos a una edad comprendida entre los 17 y los 28 años. Colectivos vulnerables, como menores de edad y personas en riesgo de juego compulsivo y de sufrir ludopatía, tienen perfectamente a la mano ingresar en el submundo que les destrozará la vida, a ellos y a sus familias.

Hay que atacar el problema y de paso limpiar en todo lo que sea posible el paisaje urbano del atentado estético, ético y moral que implica la presencia abrumadora de los locales de apuestas. Y después continuar con el juego online, una trampa que amplifica enormemente la población afectada y la peligrosidad global del negocio de las apuestas a través de las posibilidades, la accesibilidad y la privacidad que ofrece internet.

En el portal de la trasparencia del Gobierno regional tienen para consulta pública la revisión del marco normativo vigente en materia de planificación e instalación de locales de juego en la Región de Murcia. Participen. Yo ya lo he hecho, pidiendo, como mínimo, mucha más profundidad para la reforma y hasta atreviéndome a soñar utópicamente con la prohibición.