Qué día más malo pasó el martes la ministra de Justicia. Resulta que un digital divulgó a los cuatro vientos unas grabaciones realizadas por un excomisario que está en prisión preventiva por presunta corrupción, en el transcurso de una sobremesa hace nueve años. Una sobremesa española, se entiende, larga y bien hidratada. En ellas se identificaban las voces de la por entonces fiscal Dolores Delgado, y la del exjuez Baltasar Garzón, en animada charleta con el citado excomisario, en aquel tiempo en activo, José Villarejo. La integrante del Gobierno paritario y feminista de Pedro Sánchez se explayaba sobre un compañero que estaba bueno como George Clooney, y mencionaba que ella prefiere trabajar con hombres, que se entiende mejor con tíos que con sus congéneres. Y luego soltaba en plan bomba cotilla que el magistrado Grande-Marlaska, hoy ministro del Interior, «es maricón» (sic). Jo. Será lo que sea el tal Villarejo, pero hay que reconocerle que sabía elegir los momentos que quedarán cincelados en la memoria colectiva de España.

Las cintas de Corinna sobre los negocios en negro del rey emérito Juan Carlos I parecían insuperables en cuanto a guion, pero estas de Delgado no se quedan atrás. Qué día horribilis para la ministra, que desde el punto de la mañana tuvo que explicar por qué mintió y dijo que nunca se había reunido con Villarejo. Obligada a recurrir al manido contubernio contra el Estado, las cloacas y demás, debió temblar cuando el presidente le envió su apoyo antes de sentarse a tomar el té con Donald Trump. Y luego encima se dio de bruces en el Senado con Marlaska, que le perdona lo de ´maricón´ porque se ve de vocal de la mesa electoral de su barrio en un par de meses si esto no se endereza. Un día aciago para la ministra de Justicia, con los de Podemos pidiendo su cabeza y los de su partido cerrando filas, porque esta pifia no se parece a la de Carmen Montón, ni mucho menos a la de Màxim Huerta.

Uf. Qué día más malo pasó el martes la ministra de Justicia. Amaneció con la noticia de un padre que asesinó a cuchilladas sus dos hijas de tres y seis años, y luego se suicidó en Castellón lanzándose desde un sexto piso. El hombre se había separado hacía meses de la madre de las niñas y se alternaban la custodia. Ella pidió una orden de protección para sí misma y las niñas tras denunciarle por amenazas en febrero, pero un juzgado de Violencia sobre la Mujer la denegó al no apreciar una ´situación objetiva de riesgo´. Dolores Delgado aludió en un desayuno informativo al «terrorismo machista que se ha cobrado ya 961 vidas» como si fuese un fenómeno meteorológico impredecible, pero no se explayó en ningún tipo de autocrítica al funcionamiento del sistema judicial, que fracasó estrepitosamente en su cometido de poner a salvo a esas pequeñas en concreto. Qué día horribilis para la ministra, cuyo marcador sangriento todavía tuvo que anotar una mujer de 39 años apuñalada por su exmarido en Granada, y otra hallada degollada en su piso de Bilbao, con sus hijas pequeñas al lado que decían que mamá ´estaba dormida´.

Un día para olvidar, ministra. Con un presente desolador y toda la energía puesta en que no se le indigeste una comida de hace nueve años.