La trama de la nueva novela de Paco López Mengual es trepidante, como puede deducirse a priori de su título, Ejecutar a Otto Maier, sea quien sea Otto Maier. Pero el propio argumento palidece ante la incidencia a que ha dado lugar la publicación del libro antes incluso de su presentación, que se produce hoy, a las 20,30 horas, en El Corte Inglés, y en la que he sido invitado a colaborar.

El propio autor lo contaba ayer en su habitual ´billete´ de la página 2 de este periódico. Tras una entrevista en RNE en que explicó la sinopsis de la novela, recibió la llamada de una señora que se identificaba como hermana de uno de sus protagonistas, que se supone, como del resto, construidos desde la pura imaginación del autor. Sin duda, de escalofrío, dado que López Mengual asegura que no se ha inspirado en personas realmente existentes para concebir su novela. Pero yo mismo conocí, así como muchos murcianos de mi generación, a Leandro, librero, trotskista, que había sido encarcelado durante la última etapa del franquismo por motivos políticos. De hecho, tras leer el libro, pensé que debía presentarlo como una ´novela histórica´, sin duda con un importante añadido de fantasía, como casi todas.

Pero el autor desmiente que su obra pertenezca a ese género. Por tanto, hay que pensar que se dan elementos esotéricos alrededor de este acontecimiento literario, de modo que el lugar más adecuado en que López Mengual debiera comparecer sería en Cuarto Milenio. A pesar de que todo escritor es un fingidor (así definía Pessoa el oficio de poeta), no cabe sospechar que López Mengual mienta más allá de lo que le corresponde obligadamente por oficio, es decir, en la propia escritura. Pero en lo extraliterario dice la verdad.

Hay que entender, pues, que esta extraordinaria coincidencia (un personaje de ficción cuyo perfil, profesión, militancia política, las circunstancias que ésta le acarrearon y hasta su nombre de pila pertenecen a alguien que vivió en realidad) sólo puede deberse al ´efecto meteorito´, a cuya orden pertenece López Mengual junto a otros escritores nacidos o radicados en Molina de Segura, un hervidero literario achacado a los efluvios de aquel pedrusco espacial que aterrizó en la localidad para fecundarla de imaginación creadora. Mucho me temo, pues, que el caso Otto Maier, con ser literariamente atractivo, quede supeditado al caso López Mengual, alguien cuya inspiración está inducida por maquiavélicas musas. Hay veces, ya se sabe, que el arte imita a la realidad incluso cuando los autores huyen de ella.