El viernes, después de diez años de ausencia, se inauguraba la Feria del Libro, la veintena de casetas de las editoriales que en Murcia son. A algunos autores nos tocaba, bajo un sol de justicia, firmar ejemplares en las casetas. Yo, ese día, lo hice con algunos compañeros: Pedro Antonio Ríos y Juan Álvarez, buenos amigos a los que no veía hace tiempo; también conocí a José Espinosa.

Entre los que firmé, lo hice a Antonio Bódalo y Conchita, su mujer. Antonio ha sido el primer alcalde socialista que en Murcia ganó por mayoría las elecciones. Queda de él, aparte de un buen trabajo con su equipo de entonces, su simpatía y su cercanía con la gente en las pedanías, y aún se le recuerda así. También tuve la suerte de conocer a Joaquín Díaz, murciano, que se me presentó diciendo que compraba el libro de poesía porque no tenía ninguno mío, aunque mi estilo de escribir las columnas en este mismo diario era muy poético, cuestión esta que le agradecí mucho. Recordamos, los dos, a otro Joaquín Díaz, el profesor de la Universidad de Valladolid que se especializó hace muchos años en la literatura de tradición oral, cantando él mismo con su guitarra los poemas juglarescos y trabajando los folk tale norteamericanos, los cuentos en Estados Unidos, y sus concomitancias con los españoles.

Hacía también diez años que yo no escribía un libro de poemas, ya que la Universidad me tuvo muy absorbido en el trabajo que hacía allí, y sólo tenía unos poemas titulados Debe el ser el tiempo que hace hoy, que leyó el editor Fernando Fernández, de La Fea Burguesía, y me propuso publicarlos. Me reconozco en esta editorial de Fernando, su trabajo recuerda a las editoriales antiguas de prestigio, tanto en la faceta de lectura de galeradas, muy meticulosa, como en la propia edición, con el cuidado y el mimo que se merece todo libro. Su actuación fue muy interesante y provechosa. A eso fui a la Feria del Libro, a presentarlo personalmente.

Fue una tarde calurosa pero amable, con mis compañeros de caseta y con el editor y la gente que paseaba, muy numerosa, y podíamos saludar por la feria en el paseo Alfonso X. En este sentido, las autoridades regionales y locales, gracias a la asociación Palín, organizadora del acontecimiento, han puesto todo su empeño en que salga bien este año la feria, con otras organizaciones que se sumaron inmediatamente.

Fotos con mis colegas y amigos, y mi nieta jugueteando toda la tarde, a la que le compró su abuela un cuento, llenaron un día que me pareció muy interesante y recordatorio de un pasado literario que casi había olvidado.

Si pueden, no se lo pierdan, porque también esta nueva semana habrá otras actividades culturales de interés.