Hacen 11 años, salimos de España para Italia. Llegamos al Vianícolo San Francesco di Sale, donde nos habían alojado mis hijos para celebrar la jubilación de Giovanna en la ciudad y el barrio más hermosos que conocemos (Roma, El Trastévere). Era una casa desde la que se veían los muros de la prisión de Roma, que ya había aparecido en alguna película, filmándose preso y familia que se hablaban a un lado y otro del muro, desde el Gianicolo o la calle que ahora era nuestra casa, que separaba la libertad de los muros de la cárcel y que también nosotros pudimos ver y oír en aquellos días de septiembre. Hacen 11 años ya sin Roma. Ello coincidía entonces con un nuevo viaje a la ciudad, cuando conocimos a nuestra amiga italiana, Piera, que después casó con Fabrizio (su madre le llama Pierina), y coincidía todo aquello con los funerales de Pavarotti (fallecido, precisamente el día 6 de septiembre de aquel año de 2007).

Comparo ahora aquellos acontecimientos y la visita a la ciudad de Roma con el Madrid de hoy, pero sin mucha esperanza sobre este hermoso país nuestro, con el maravilloso nuevo gobierno lleno de ministras y también con la falacia de la derecha de que Pedro Sánchez ha plagiada su tesis doctoral. Leo esas noticias y pienso: 'cuánta necedad'. Y es que no veo por ninguna parte ese plagio, una vez analizada la obra por determinados programas, y observo que la gente se atreve a comentar que los miembros del tribunal de esa tesis no están preparados para tal cometido y que la tesis no tiene calidad, y etc, etc? Y me repito nuevamente, «cuánta necedad, Dios mío, cuánta, y qué país este», mientras recuerdo que llegaba hace 11 años a Roma cuando aún era de día. Y la noticia allí era el luto por una voz formidable.

Fueron unos días inolvidables y sentidos, de respeto y duelo, y de conocimiento de una Roma capitaneada por nuestra amiga. Nos acercamos a los lugares donde, en el viaje de novios, ya habíamos visitado (sobre todo bares y restaurante del barrio del Trastevere), algunos de ellos ya habían cambiado de dueño o gestión de los mismos. Pero descubrimos otros no menos populares y agradables gracias a Piera. Un septiembre como este, anunciaba en los medios de comunicación de aquellos días un fallecimiento muy amado por el mundo de la música, se ocupaban del más grande tenor de todos los tiempos, un tenor lírico único, incomparable, de la historia de la música operística, Luciano Pavarotti, quien había hecho sus primeras apariciones públicas como cantante en el coro del Teatro de la Comuna, en Módena (ciudad de nacimiento en 1935). En su acercamiento a la música popular, Pavarotti grabó duetos con Eros Ramazzotti, Sting, Andrea Bocelli, Celine Dion, Liza Minnelli, Elton John, Tracy Chapman, Frank Sinatra, Michael Jackson, Barry White, e inmediatamente con el brasileño Caetano Veloso, la argentina Mercedes Sosa y el grupo de rock irlandés U2. Como anécdota curiosa digamos que el 24 de febrero de 1968, en el Palacio de la Ópera de Berlín, Pavarotti logró el que fue, durante mucho tiempo, el aplauso más largo de la historia de esta música. Fue interpretando la obra El elixir de amor, escrita por el compositor Gaetano Donizetti en 1832, ya que el tenor consiguió enamorar al público, que recompensó su talento con un aplauso de 67 minutos, más de una hora a lo largo del cual el cantante salió 165 veces a escena, acarreando con sus respectivas 165 subidas de telón, para agradecer al público su gran apoyo.

Era Roma y era Pavarotti que se nos había ido un día antes de llegar nosotros a aquella ciudad eterna, cantada hermosa y hasta graciosamente por Alberti en su libro Roma peligro para caminantes. Luciano Pavarotti falleció a los 71 años y ha sido, con toda probabilidad, el tenor más famoso que ha dado a conocer la ópera a los públicos más populares y generalmente alejados de la música clásica. Su muerte se produjo un día antes de convertirse en el primer galardonado con el nuevo 'Premio de Excelencia en la Cultura Italiana' otorgado por el gobierno italiano. Los funerales de Pavarotti, en Módena, se celebraron aquel año, el 8 de septiembre, y nosotros pudimos verlos en la televisión italiana. Ahora se cumplen 11 años de aquella Roma sin Pavarotti, y recuerdo aquella hermosa ciudad que lloraba a quien había amado tanto y oigo a su tenor también hoy; y pienso que, por la tarde, se oía a la mujer de un preso de la cercana prisión darle noticia, a gritos, del juicio que tenía pendiente su marido, que al otro lado del muro escuchaba con atención y preguntaba, como en aquella película italiana, exactamente igual. Y yo pensaba que estas cosas, como aquellas imágenes de los grandes directores que nos enseñaban Roma, sobre todo Fellini o Antonioni, o los versos de Rafael Alberti sobre los gatos y el inmenso amor del pintor Raphael a la Fornarina que solamente se pueden dar en una ciudad así, como Roma. Y lo digo mientras oigo aquel Nessum Dorma, de Pavarotti, porque también, aunque nosotros «debemos, por desgracia, morir», como dice la ópera, y su misterio está en su voz ('al alba venceré'), encerrado en él, como Roma lo está, aunque sea una Città aperta.

Y esto no es tristeza, sino la fuga de las emociones cuando leo la prensa hoy, y noto que nuestro país es de otra manera, sigue siendo un país alterado y retrasado, donde continúa ese valle de los caídos con gente haciendo cola, tal vez despidiéndose del dictador más sanguinario que ha tenido Europa. Y, como no, Pedro Sánchez aparece un día y otro en la malévola noticia de prensa y los corrillos tertulianos de la televisión. Leo y compruebo que no hay en la tesis doctoral del Presidente razones emergentes para llamarle plagio a su trabajo fin de doctorado. Y me avergüenzo, como un día lo hacía Pedro Mourlane a Jacinto Miquelarena, al oír una burrada de un militar vociferando a su soldado, cuando le dijo: «qué país, Miquelarena, qué país».

Y yo pasando por todo esto, y el recuerdo de 11 años sin Roma, que me daba siempre más vida, y sin Pavarotti, que también me la daba.