Ciudadanos ha emprendido en varios municipios de esta Comunidad una batalla contra los solares abandonados e insalubres. En el caso de Cartagena, hemos presentado un plan de choque que consiste en la elaboración de un censo de parcelas vacías y en condiciones deplorables, la creación de una ordenanza específica (agárranse a la silla, la único que tenemos es una ordenanza de limpieza urbana de 1984 que todavía se expresa en pesetas), reforzar el área de Urbanismo que gestiona estos expedientes y las órdenes de ejecución subsidiaria, y el endurecimiento agresivo de las sanciones para los propietarios que incumplan su obligación de vallar y limpiar su solar tras varios requerimientos (un dato: mientras en Zamora se sanciona con multas de hasta 10.000 euros, en Cartagena es hasta sólo 600 euros).

Quiso la mala (o caprichosa) fortuna que en el mismo momento en el que anunciamos públicamente nuestra hoja de ruta para combatir el abandono de los solares de Cartagena, a unos 624 kilómetros de distancia, la señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, estuviera firmando un decreto para crear un registro de solares vacíos de manera que este Ayuntamiento pudiera iniciar el proceso de expropiación para aquellos que no construyan ni hagan actuaciones durante dos años a partir de su inscripción en el mencionado registro, y claro€ hacer muchas viviendas sociales.

Por supuesto, no faltó el que desinformó y trató de equiparar el plan de Colau con el nuestro, pero no, nosotros no llegaremos a ese extremo, sólo vamos a ponérselo más difícil a los que usan los parcelas sin edificar como vertederos públicos ocasionales, y a los propietarios que no cumplen con sus obligaciones.

Uno de los rasgos del populismo político, representado en Cartagena por Podemos y MC, es que es escandalosamente fácil dejarlos en evidencia. En el caso de la señora Colau, sólo habría que recordarle que tiene (desde hace más de tres años) a su disposición 80 parcelas vacías de titularidad pública en las que no ha construido ni una sola vivienda social.

Quien quiera liderar una acción tan agresiva y no exenta de mil problemas legales, debe hacerlo desde una posición de autoridad moral, y me temo que ni en Barcelona ni en Cartagena andamos sobrados de eso.

El problema de los solares abandonados, auténticos nidos de ratas, no empieza ni acaba en el propietario ni en la sanción, soy el primero en reconocerlo. Muchas de esas parcelas han sido adquiridas por emprendedores que iniciaron la compra bajo la promesa municipal de que esa zona iba a ser recuperada y puesta en valor; por no hablar de una gran obviedad que no me resisto a compartir: los solares no se ensucian solos, el incivismo de algunas personas campa a sus anchas ante la pasividad del Ayuntamiento que hace oídos sordos a las denuncias de los propietarios que ven como cada día su parcela está en la diana del vandalismo y las conductas incívicas más reprobables.

Con los años, uno perfecciona su habilidad de relacionar los hechos, de establecer relaciones, causas y consecuencias, y acaba percibiendo los problemas como un conjunto de eslabones encadenados y no como escenas aisladas.

Con los solares, una enfermedad urbana que amenaza con llegar a la metástasis en ciertas ciudades, acaba uno percibiendo que es un síntoma que señala otras muchas cosas que se están haciendo mal...; si eres incapaz durante décadas de optimizar los servicios públicos, de mantener limpia tu ciudad, de cuidar tus zonas verdes, de fortalecer a tu pequeño comercio, de restaurar tus tesoros arqueológicos, de impedir los vertidos y perseguir las escombreras ilegales, de garantizar la seguridad de tus vecinos, de construir las infraestructuras básicas, de aligerar y centralizar la burocracia urbanística, de diseñar una red de transporte público decente, promover el turismo de calidad, y tantas otras cosas por las que debe trabajar un Ayuntamiento, no esperes que los empresarios quieran/puedan invertir en la ciudad, ni que los propietarios se decidan a construir.

Cartagena ha sufrido desde hace demasiados años a un Gobierno con mayoría absoluta que se acomodó tanto en el poder que dejó, por ejemplo, que los grupos de presión de la capital de esta Comunidad absorbieran un porcentaje escandaloso de inversiones públicas regionales ante el silencio y quizá la complicidad de los gobernantes cartageneros, y en los últimos tres años sufrimos a una esperpéntica coalición política que ha pretendieo gestionar un municipio de más de 214.000 habitantes con declaraciones populistas y golpes en el pecho de falso cartagenerismo.

Décadas de parálisis y retroceso con graves secuelas para Cartagena, decadencia de los servicios públicos, desánimo de la población y un siniestro y revelador dato estadístico: hemos perdido población durante cuatro años consecutivos.

Se acerca la hora de corregir el rumbo y remontar el vuelo.