El yacimiento de Monteagudo tiene un gran potencial, pero es el gran olvidado». El que fuera arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Murcia en tiempos pretéritos ha regresado para darse cuenta de que el tiempo no ha pasado en la capital de la Región y que todo sigue prácticamente igual que cuando él decidió exiliarse de manera voluntaria de estas tierras con la sensación de que aquí no había nada que rascar por la miopía que los gobernantes han demostrado década tras década sobre los vestigios que alberga el subsuelo de estas tierras.

Julio Navarro siempre pensó que Murcia tenía un potosí en sus entrañas y que su recuperación y restauración sería una de las claves del sector turístico de esta Región y de su futuro. Nadie le hizo caso hace casi veinte años cuando decidió marcharse. Ahora, que ha comenzado a excavar el Castillejo de Monteagudo, ha proclamado lo mismo (véase la entrevista publicada en LA OPINIÓN, el pasado 1 de septiembre) ante los hallazgos que ya son visibles en esta zona de recreo del Rey Lobo.

El patrimonio artístico y arqueológico sigue siendo, a día de hoy, una asignatura pendiente que con el paso del tiempo se ha convertido en endémica y preocupante. Se derriban restos valiosos esgrimiendo vendavales, se destruyen vestigios para hacer carreteras, se entierran sin excavar y datar por su elevado coste, se ocultan hallazgos para no tener que paralizar obras y estudiar lo aparecido€ Estas son algunas de las conductas observadas a lo largo de los tiempos ante la impotencia de arqueólogos y conservacionistas.

Navarro, que ha vuelto a Murcia para excavar el Castillejo con un grupo de voluntarios-amantes de la arqueología, ha debido sufrir un ´déjà vécu´ al regresar a Monteagudo porque sabe bien cómo se las gastan en esta Región con el patrimonio. El que fuera arqueólogo municipal intentó siempre defender los restos y huellas del pasado. Lo demostró con la muralla de Murcia cuando se estaba remodelando, hace más de dos décadas, la plaza del Romea, obras que estuvieron paralizadas durante meses y meses por los estudios que se estaban realizando sobre ella.

El alcalde de la capital de entonces, José Méndez, puede dar fe del apasionamiento que se produjo ante estos trabajos que acapararon titulares y titulares en la prensa y que trajo de cabeza al equipo de Gobierno de entonces. Navarro creyó que había puesto entonces las bases para hacer un trabajo de futuro, pero el nuevo gobierno que sustituyó al de Méndez no parece que lo apoyara tanto como él había confiado.

Nada más lejos de la realidad. El patrimonio no fue una prioridad. Se metieron en el cajón proyectos tan importantes como el Parque Cultural de Monteagudo y otros que aún siguen ahí. El arqueólogo se marchó a ese exilio voluntario y se ahorró muchos disgustos, entre ellos, la intención de destruir, con un aparcamiento subterráneo, el arrabal de San Esteban, que finalmente se salvó, y que ahí sigue tras casi una década. Parece que hay un rayo de esperanza con la vuelta de Navarro y con la UMU que entrará enseguida en la ciudad andalusí para descubrirnos ese pasado glorioso que nos interesa y que nos sigue cautivando. Lo demuestra la gran cantidad de gente que en unos días ha visitado los restos de ese ´Versalles´ del Rey Lobo. Por nadie pase.