Siempre pensé que Leguina, aquel que tantas majaderías nos ha dejado a lo largo de sus asuntos políticos, estaba más lejos del PSOE y más cerca de la derecha liberalista, tipo Alberto Ruiz Gallardón, pero jamás pensé que pudiera unirse a él y firmar un manifiesto de la Fundación Francisco Franco contra la reforma de la Ley de la Memoria histórica del PSOE y de la exhumación de Franco.

El texto, Manifiesto por la historia y la libertad, está lleno de errores y falsedades históricas y apunta, entre otras presuntas racionalidades y falacias, que «no se puede imponer por una ley un único relato de la historia», ya que ninguna normativa «debe o puede variar los hechos históricos». Ello sería cierto si ya no existiera en la opinión pública, y no es un misterio para nadie, que cuanto antes se exhumen los restos del general fascista y golpista será mejor, evitaría el intento de que todo salga mal para Pedro Sánchez y de que se conculquen votaciones realizadas en el congreso de los diputados, que es quien ha aprobado la exhumación a pesar de los malos humos de la familia del dictador y de los partidos PP y CS que no definen su constante abucheo popular de no saber si condenan el periodo franquista o no, por eso lo dejan en suspenso nuevamente.

El Manifiesto al que hemos aludido, lo han suscrito, entre otras personas, los amigos que hemos enjuiciado más arriba y otros como el historiador Stanley Payne, los políticos Jaime Mayor Oreja, Ignacio Camuñas o Santiago Abascal, el catedrático Francisco Sosa Wagner, el sociólogo Amando de Miguel, el exbanquero Mario Conde, el exembajador en el Vaticano Francisco Vázquez, los eurodiputados Javier Nart y Enrique Calvet o el miembro de la Real Academia de la Historia Serafín Fanjul.

Añade el escrito del Manifiesto que los hechos ocurridos «no pueden ceder a ninguna manipulación política partidista. Legislar sobre la historia o contra la historia es, simplemente, un signo de totalitarismo. Y es antidemocrático y liberticida», critican desde la Fundación Francisco Franco.

No obstante, aseguran que el PSOE pretende ahora «una vuelta de tuerca más» con la «intención de ilegalizar cualquier asociación o fundación que sostenga puntos de vista diversos y plurales sobre los hechos acaecidos». Sostienen los firmantes que la nueva Ley aprobada por el Congreso es como «una ley de tipo soviético que no debería ser propuesta por ningún partido». Faltaría más que no saliera tocado el comunismo o la masonería€ (qué horror). Y nos dejan más que sorprendidos, sobre todo por el error ideológico y por el desapego al sufrimiento de la guerra tan incivil y de aquella dictadura tan cruel y funeraria cuando añaden los firmantes de manera, cuanto menos, insultante: «Resultaría dramático para la convivencia de los españoles que ochenta años después del final de la Guerra Civil y de haber transcurrido más de cuarenta tras la extinción del franquismo, se intente anular la libertad de pensamiento de los españoles».

Este Manifiesto, más la asomada de la familia del dictador queriendo apostar por la judicialización de la exhumación, o de personas de la extrema derecha que el pasado viernes, intentaron vigilia con velitas y rezos en el Valle de los Caídos y contra la exhumación de Franco, lo que fue un rotundo fracaso, aunque no pone las cosas demasiado sencillas para el gobierno, quien gobierna cumpliendo, precisamente, un mandato de lo votado en el congreso de los diputados. Y mientras el dictador fascista sigue en homenaje que se le hizo en el Valle de los Caídos «por Dios y por España», aunque haya bajo tierra en el mismo lugar que el del general golpista más de 33.000 personas no traidores, sino leales a la República Española, y sabiendo, además, que, aparte del daño moral, de la burla a los españoles y de la falsedad histórica que supone el tributo a un general golpista, fascista y traidor, aquel monstruoso mausoleo franquista tiene todos los años un déficit para el Estado de más de 80.000 euros, mientras que la familia Franco, ofendida por la exhumación del dictador, anuncia medidas legales contra el decreto ley del Gobierno, pero eso sí, disfrutando de un enorme patrimonio heredado y pergeñado en el franquismo de su abuelo. Qué poca vergüenza.