Ahora que el verano va tocando a su fin y la vuelta al trabajo y a la vida cotidiana es inevitable, es buen momento para potenciar nuestra actitud y, por lo tanto, el cerebro€ motor de todas nuestras acciones, veamos cómo podemos realizarlo.

Cada día y en cada momento nos encontramos con mil y una recetas para casi todo. Recetas que la mayoría de las veces no sirven para nada y que, en más de una ocasión, resultan ser pura estafa y un ´saca euros´.

Ahora bien, de vez en cuando nos encontramos con recomendaciones que no cuestan dinero y que no suponen una pérdida de tiempo ni de autoestima. En estos días, dentro de mis lecturas, me he tropezado con el doctor Ventura Anciones (director del Servicio de Neurología, Neurofisiología y Neuropsiquiatría del Hospital de la Zarzuela y del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en Madrid). Siempre es un placer leer sus trabajos ya que suele uno aprender bastante, al tiempo que te das cuenta que la mayoría de las cuestiones son más simples de lo que muchas veces nos quieren hacer ver. En uno de sus trabajos nos da claves para que el, inevitable, paso del tiempo no erosione más de lo debido, y normal, nuestras capacidades.

Veamos, el cerebro necesita ser percutido, estimulado, desafiado y provocado para poner en marcha sus funciones. Los cerebros que no están activos se deterioran con mayor rapidez. Por ello deben buscarse estímulos como la lectura, la conversación, el ejercicio de la mente, intensificando las aficiones, evitando ser ayudados en los retos diarios y haciendo gimnasia permanentemente con nuestra memoria. Cuando la edad laboral cesa, el cerebro pierde impulsos e incentivos, cesando el efecto necesario para su expansión.

Hay que tener muy en cuenta que es excelente y muy interesante, navegar en Internet, emplear todo lo que de positivo nos traen los avances, habilitarse en sus dimensiones, conocerlas y aplicarlas; pero no pretendamos sustituir nuestra memoria o nuestra creatividad por la técnica.

La neurona, esa célula suprema de nuestro órgano máximo, necesita diez veces más energía que las células del resto del cuerpo. La energía llega a la exigente neurona a través de arterias, utilizando glucosa y oxígeno. Por tanto, proveamos a nuestro cerebro de los ingredientes más adecuados y dejemos lo más limpio posible nuestro árbol arterial. Para ello debemos comprometernos a llevar a acabo una dieta equilibrada, posiblemente la más correcta sea la denominada ´mediterránea´ a base de verduras, frutos, legumbres, cereales y pescado, aplicando siempre como factor de corrección la sentencia cervantina: «Sancho come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago».

Para dar oxígeno hagamos un cuerpo sano con actividad diaria; no la del gimnasio, que sólo es válida cuando es continuada y progresiva y que deja de ser saludable cuando aparece la fatiga. Quizás a partir de una edad próxima a los sesenta años, el mejor ejercicio sea caminar todos los días.

Nuestra neurona se siente feliz con una dieta adecuada y una buena oxigenación. La glucosa y el oxígeno deben de llegar de manera adecuada a tan importantes células. Para ello deben de estar desatascadas las arterias que transportan la sangre. Ese desatasco lo lograremos eliminando aquellos factores de riesgo que estrechan u obstruyen el árbol arterial. Evitemos la tensión arterial alta, controlemos colesterol y glucemia, obviemos la obesidad y la vida sedentaria. ´Menos plato y más zapato´. Disminuyamos tabaco y alcohol.

Por último, debemos estimular cuanto de positivo habita en nuestro mundo: la familia, el cultivo de la amistad, de las aficiones, releer aquello en lo que se sustentaron nuestros buenos momentos, viajar, dejar pocos vacíos al tiempo y dotar de color a las horas perdidas.