Hace un año, y en los días posteriores al ataque yihadista en dos ciudades catalanas, cuando una furgoneta asesina dejaba en Las Ramblas de Barcelona un río de sangre reciente, los ciudadanos de aquella maravillosa ciudad decían ´No tenemos miedo´. Pues bien, el pasado viernes, un año después, esos mismos ciudadanos nos han enseñado que Barcelona es una ciudad de paz, la máxima que había enseñado al mundo su ayuntamiento y las gentes de allí.

Y resultaba ser cierto, cuando miles de personas homenajeaban recordando a sus víctimas, sus parientes y también a cuantas personas ayudaron a dar estabilidad y dominar a la sangrienta catástrofe que habían sembrado unos locos terroristas del yihadismo.

Barcelona, ciudad de paz. Y todos, constitucionalistas o separatistas, de todos los partidos y de todas las ideologías, se sumaban a esa única idea de paz en Barcelona, en toda Cataluña. Porque nosotros ya sabíamos que Barcelona había sido la ciudad olímpica, y siempre hemos sabido que Barcelona ha sido la ciudad de la educación, de la modernidad cultural y del aprendizaje de lenguas y culturas distintas, diversas, y que había sido también y durante distintos tiempos la capital de la música, y la del teatro, de una cultura singular.

El pasado viernes pudimos encontrarnos en aquella Rambla catalana mezclado todo el mundo, fuese quien fuese, resultado del acompañamiento en el dolor que se recordaba hace un año. Y así fue cómo realmente quedaba la ciudad cuando la dejaron las autoridades que fueron a acompañar a los familiares de las víctimas: Ciudad de paz, convencidos de que en ella se había dado un paso más, el de la solidaridad de todos con aquel dolor de hace un año y que aún perdura.

Quedaba Las Ramblas, lugar multicultural, multipolítico y solidario con miles de objetos que recordaban a niños y adultos que la paz existe y que hay que luchar siempre por ella, sin miedo, porque la paz es expansible y es del lugar de la vida y de la sonrisa frente a la del dolor y la tristeza. Y esos miles de objetos que señalaban el objetivo de la paz en Las Ramblas quedaba, precisamente, sobre el mosaico de Miró que ya nadie podrá quebrar, destruir, porque es una foto fija que nos hará mejores al verla, a quienes estuvieron y a quienes lo vimos por algún medio. Sin miedo, habrá que gritar, hoy y siempre con Barcelona: paz, paz, paz€