El pasado 11 de junio, algo más de una semana después de la moción de censura que derribó a Rajoy, José Ramón Bauzá, senador y expresidente del Gobierno Balear, publicaba en el diario de Pedro J. Ramírez el artículo El momento de las ideas liberales en el PP. Puede que el título no fuera el más poético de los posibles, pero tampoco está la derecha en un momento en que pueda echarse en los brazos de la alquimia literaria. Rearme ideológico, mayor libertad económica, blindaje de nuestra tradición cultural, unidad de España, protección de la familia y ¡hasta el blockchain! Todo eso aparecía en el artículo, a modo de declaración de principios, casi de un manifiesto, de lo que el Partido Popular debe (volver a) ser.

Así, Bauzá desgranaba los retos que, más allá del debate de nombres, debían volver a estar, como repiten ahora los candidatos a presidirlo, en el ADN del PP. Estoy seguro de que casi cualquier votante o simpatizante, no ya de este partido, sino de cualquier otra formación a la que se haya huido, estará de acuerdo con él. Yo, desde luego, lo estaba. Y, en esas, se me ofreció la oportunidad de participar en la elaboración de un documento cuya pretensión, desde el principio y antes de que se anunciara cualquier candidatura, era introducir el necesario debate ideológico en el congreso extraordinario que se celebrará en unos días. Y yo añado que el documento también será válido y necesario después. Quizás incluso más que ahora.

Así como no suelo aparecer allí adonde no he sido invitado, tengo por costumbre acudir cuando me llaman, por lo que acepté y me puse a trabajar para contribuir a un documento que se ha acabado llamando Una propuesta de regeneración liberal para el Partido Popular. Bajo la coordinación de Percival Manglano, concejal del PP en Madrid, y del propio Bauzá, un grupo de personas de muy distinto bagaje hemos puesto nuestro conocimiento e ilusión en elaborar una serie de principios y propuestas encaminadas a devolver la libertad individual al centro de la acción política del Partido Popular y de España. Porque los partidos políticos no son fines en sí mismos, sino meros instrumentos al servicio del interés general.

Los mejores gestores públicos han estado tradicionalmente en el PP, pero la gestión no es suficiente, como los acontecimientos de las últimas semanas se han encargado de recordarnos. Además, miente quien intente desligar la gestión de la ideología, porque una cosa es la administración y otra el gobierno; porque administrar es ejecutar unas directrices conforme a las ideas y preferencias de quienes gobiernan. Sin esas ideas, la gestión pública se vacía y queda reducida a transferencias de crédito, convocatorias de oposiciones y normas sobre el contenido de los pesticidas. O peor, deja en manos de los administradores lo que corresponde marcar a los políticos como expresión de la voluntad popular.

El PP necesita más que nunca un debate que lo devuelva a su esencia como partido referente de la libertad personal y la igualdad entre españoles, con la Constitución como su mejor garante. Este es el documento de un partido que no habla a los colectivos, sino a las personas, removiendo los obstáculos que impidan su libre y completo desarrollo. La izquierda crea guetos políticos por razón de sexo, orientación sexual o creencias para provocar el enfrentamiento social y sacar un supuesto beneficio de ello. El centro-derecha debe evitar esa concepción y erigirse como defensor del individuo libre, y no caer en el juego de la izquierda que se limita a definir a una persona en base a una serie de categorías a las que aplica recetas trasnochadas.

Las propuestas del grupo de personas que encabeza Bauzá van en ese sentido. Creemos en la necesidad y los efectos beneficiosos de bajar los impuestos, dando mayor autonomía a personas y empresas. Defendemos un mercado energético racional, eficiente y alejado de falsos dogmas. También creemos en una educación obligatoria que prime el talento y el esfuerzo frente al igualitarismo de la mediocridad y donde enseñen los mejores. Vemos imprescindible apostar por un modelo universitario competitivo, internacionalizado, despolitizado y transparente para situarnos en la élite mundial. Y, por supuesto, todo ello en el marco constitucional de la unidad de España, como garantía de estabilidad, igualdad y seguridad jurídica, que nos sitúe de nuevo en el primer plano de la política internacional.

En este texto hemos colaborado más personas de esta región, alguna de las cuales tengo el placer de tener entre mis amistades, y les aseguro que nuestra ambición no es otra que la de contribuir de la mejor manera en que sabemos y se nos permite, a la regeneración del PP y de España. Con humildad, claro, pero también con ilusión, con determinación y sin complejos y para que gane ¡qué inocencia! la libertad.