«¿Quieres Murcia, Pablo? Te la pongo en bandeja». Y se la puso. No es literal, pero la aplicación del diputado Teodoro García, quien en primer lugar atrajo a los colegas más en línea del grupo murciano popular en el Congreso, Carreño y Ruano, ha dado sus frutos. Si Pablo Casado significa la renovación del PP, Murcia apuesta por ella, tal vez como consecuencia de que el PP murciano ha sido la organización más adelantada en refrescar su cúpula y en establecer algún modo de participación de los militantes en la elección de sus dirigentes.

El arrojo de Teo al salirse del tiesto de la neutralidad dictada por López Miras para el aparato y los cargos públicos del PP murciano, ha sido justificado en la amistad que el ciezano mantiene con la nueva estrella popular, forjada en los pasillos del Congreso de los Diputados. Pero es inevitable que este inesperado subliderazgo regional levante especulaciones. Teodoro chasca los dedos, y el PP murciano da el sorpasso a Soraya, quien en apariencia era la favorita del aparato. Es verdad que el presidente regional ha mantenido una aparente neutralidad; en su entorno sólo han sorayeado más o menos públicamente la consejera Martínez Cachá y el director general Enrique Ujaldón. Era la hora de los militantes, pero los compromisaros están ahí para ser avalistas o correctores. Y la situación es la que parece: no habrá pacto de Casado con Soraya. Casado va a tope. Y Teodoro García es su adelantado. Los teléfonos de los compromisarios arden. Soraya tiene un techo. Y Casado, pegado a sus zapatos, puede cospedalear a sus anchas. Todas las teorías sobre el gobierno de la lista más votada volarán por los aires si gana Casado, y Pedro Sánchez se enseñoreará aún más, pues a ver quién le dice que está en el poder a pesar de no haber sido votado mayoritariamente por los electores. Pero la joven guardia azul no está dispuesta a dejar pasar esta oportunidad.

Murcia está en vanguardia del cambio, liderado a las claras por Teodoro García. ¿Celos de López Miras? Desmentido total: son amigos, compañeros de generación y ambos persiguen el mismo modelo. Pero uno ha peleado sin complejos por el nuevo liderazgo, y el otro se ha mantenido en una actitud prudente. En la primera fase de las peculiares primarias del PP, la cosa iba de dejar hablar al gentío. En la segunda, muchos tendrán que mojarse. ¿Votará la delegación murciana una opción en bloque? ¿Habrá libertad de voto? ¿Se trasladarán al PP murciano las querellas nacionales por si no hubiera bastantes con las propias? Y encima, estos calores, que son un sinvivir.