Nobleza obliga a restituir a quien nobleza demuestra. Y por eso rompo una lanza, no por el descargo de culpa de la discoteca Trips, de La Manga, no; sino por el gesto de los responsables de la misma de acudir al centro escolar de donde procedían los alumnos que sintieron racismo hacia ellos por parte de los responsables de ese lugar de ocio. Y de acudir en son de paz. Como digo, todo un gesto. Pertenece al ámbito privado lo tratado en la reunión, pero nada importa al contenido de estas letras. Se trata del gesto, ya digo. De alabar un gesto, que, de proliferar, haría de este un mundo mejor. Malentendidos, ofensas posibles, escalada verbal, etc. se dan una tregua para ofrecer espacio a la posible paz. Tender la mano hacia quien nos la tiende es demostrar nobleza. Da igual que se haga por mantener el buen nombre de un negocio o por una sincera actitud de limar asperezas y de ofrecer explicaciones, que no excluyen las disculpas. Al buen gesto se le responde con una acogida correcta, cuando menos. Y respetando, ya digo, la privacidad del acto, sí que corresponde al cronista dar cuenta de la actitud de entendimiento. Y el cronista da cuenta de ello, ya que dio cuenta de la gravedad de los hechos consignados desde la esfera docente.

Así se cura el racismo, acudiendo a disolver discrepancias de versión y esclarecimiento de detalles. Dejar los enfrentamientos eternamente irresueltos es dar pábulo al odio enquistado, que no puede hacer sino aumentar. Muy buen gesto, repito. Oírse las partes y empatizar con el otro. Aprender del pasado delante de tan rico presente, practicar el diario convivir y proveerse de la prudente paciencia que supone completar versiones sin temer remover las propias. Eso ha debido pasar en la entrevista, de la cual no sé, sino que se ha producido. Y bien está que no se aireen los detalles. Las cosas, cuando quedan entre las personas, mucho mejor. Lo público es reconocer el fracaso.

Por eso, nobleza me obliga a mí a escribir estas letras para glosar el hermoso hecho de que la parte oficialmente agresora ofrezca la palabra, la mano y la intención de restituir la convivencia en la comarca. Los problemas, si no se han evitado, se han de resolver. Ésa ha sido la actitud. Y debemos regocijarnos todos de ellos, habitantes o no de la zona; el Campo de Cartagena, que hoy es una babel de lenguas, culturas y nacionalidades, que precisa de gestos como éste. Si falla la prevención, que no falte la solución, humana en primer lugar.

Felicidades a todos.