ampoco os flipéis. No estoy hablando de una científica. No os penséis que tienen en las manos una de esas Casio con tapa (llena de chuletas a lápiz) que persisten por los cajones, de cuando la Selectividad. No. Un aparatico de esos de propaganda que hacen divisiones de milagro, pero ey. Por algo se empieza. Y aquí los cerebros se están desempolvando, la tecla esa que parece una cruz se va pulsando. La magia de la suma. Y, a veces, hasta la de la multiplicación. 629 negros, digo pasajeros del Aquarius, por la cantidad chanante que les hayan dicho que cuesta rescatar a un ser humano del mar, igual = no caben. No nos lo podemos permitir. Esto es un derroche. No. Mira, se me ha quedao la calcu colgada. Que se queden en el mar.

Ya, ya sé que la xenofobia es uno de los sentimientos más repugnantes que existen. Parafraseando al gran Morgan Freeman: «Odio la palabra 'xenofobia'. No es una fobia. Usted no tiene miedo. Usted lo que es es imbécil». Pero oye, igual no hay mal que por bien no venga, y si el racismo les hace agarrar una calculadora e iniciarse en el maravilloso mundo de las mates, déjalos que vayan. Igual ese recién estrenado interés por la ciencia y el conocimiento les saca de la indigencia cerebral. Lo mismo me estoy pasando de optimista, pero visualizo a toda esa gente que nunca ha visto derroche en, pongamos, construir un segundo aeropuerto en la Región, o en los ingentes sobrecostes de esas obras que nos marca Florentino, o en los rescates multimillonarios de bancos y autopistas de peaje meneando apabullada la cabeza ante el resultado de la operación y diciendo (nunca es tarde si la dicha es buena): «No nos lo podemos permitir2, «no caben» o «esto es un derroche».

Crecimiento intelectual, se llama esto. Le veo potencial. Y crecimiento humano. Ya estoy oliendo por ahí a la manada xenófoba usando argumentos como «es que los pobres españoles están pasando hambre» o «hay que ayudar mejor en origen». Y oye, ni tan mal. Si el intento de no quedar en público como un nazi te lleva a interesarte por la crisis de los servicios sociales tras una década de recortes, o por las raquíticas partidas para cooperación al desarrollo, ahí ya tú has dao un paso que te acerca a ser persona. No querías, pero ahí estás. Moviéndote. Sigue pacá. Y no te dejes tu calculadora.

Si das otro pasico con el tema de las sumas y las restas, te vas a dar cuenta de que los inmigrantes aportan mucho más que merman la economía nacional. El saldo es positivo a su favor en 5.500 millones de euros (el 0,54% del PIB). Y ya que te has puesto a preocuparte por los servicios sociales, enseguida vas a ver que menos del 1% de los pensionistas son inmigrantes, o que todas esas ayudas, beneficios y privilegios que te han contado que reciben los extranjeros no son más que una burda mentira.

Bueno, pues ya casi estás. Tu motivación para investigar era (permíteme la sinceridad) una mierda, pero ey, lo has hecho. Has sumado. Multiplicado. Te has mirado las leyes. Te has asomado a la realidad. Ya sabes distinguir la propaganda racista que te manda por whatsapp tu cuñao de la verdad, y esas personas (hostia, has dicho 'personas') que andan por aquí batiéndose el cobre en (digamos) la hostelería, el campo o el cuidado de ancianos no son parásitos venidos a vivir de las ayudas y quitarte el trabajo al mismo tiempo. Ahora que le has dao una vuelta, la idea suena tan chalada que, si no fuera tan triste, hasta te haría gracia. Y lo sabes, futuro ex-xenófobo. Te late en el fondo.

Es el momento de la verdad para ti. Has llegado muy lejos, pero notas la tentación de volverte. De acusar a la calculadora de mentir (¿bots rusos? ¡venga!) y al BOE de ocultar esa lluvia de millones con la que mantenemos a nuestros inmigrantes a pico rollo. De envolverte en la bandera y regresar a ese país resentido donde nadie suma ni resta porque le basta con odiar. Pero ahora tienes opción. También te puedes quedar aquí. Y si te falta orgullo patriótico, oye, quién te dice que no lo puedas encontrar en haber rescatado a 629 seres humanos de una muerte segura en el Mediterráneo. España 1 - Italia asco. Y de ahí parriba, primo. Te veo futuro aquí con nosotros. ¿Sabías que hasta vemos el Mundial?