Queridos niños: la moción de censura es un mecanismo constitucional, tan legítimo como el artículo 155, que consiste en que un partido minoritario, ni siquiera importa que sea el segundo más votado, pueda sustituir al Gobierno inicialmente constituido si reúne los apoyos parlamentarios suficientes para conseguirlo. Las mociones de censura que se han sucedido desde la proclamación de la Constitución, bien contra Gobiernos socialistas o del PP, han sido derrotadas. Y todos contentos. Pero la última, por fin, ha triunfado. Con esto lo que se legitima es la idoneidad del mecanismo constitucional, que no consta sólo para que las mociones de censura fracasen. Y si existe la posibilidad de que triunfen es porque cabía en la cabeza de los padres de la Constitución que el partido de Gobierno pudiera ser tumbado por sus adversarios con independencia de que éstos no fueran los más votados. Respecto a que puedan gobernar en solitario o en coalición partidos diferentes al más votado merecería la pena que reemitieran (a ver si ahora fuera posible en La 1) la serie danesa Borgen, donde está todo, como en La Biblia. De modo que ¿a qué tanto llanto y crujir de dientes cuando lo que está ocurriendo es absolutamente normal? ¿O es que el mecanismo constitucional de la moción de censura es legítimo cuando fracasa e ilegítimo cuando triunfa?

Se entiende que algunos prebostes del PP no admitan esta elementalidad al alcance de los niños y se dediquen a propagar supuestas ilegitimidades en el proceso por el que han sido desalojados del poder de manera expeditiva. Hay que comprender la perplejidad en que se sumen quienes creían tener el cargo, el sillón y el sueldo asegurados durante dos años más y, de pronto, se ven en la calle a causa de la eficacia en la apelación de un recurso constitucional. Ese malestar personal se transforma, en algunos casos, en estímulo para aportar méritos que, aun en condiciones adversas, les garantice la supervivencia. Y ahí esta Paco Bernabé (que se firma a sí mismo sin acento en su apellido) para proclamar que dispondrá de información suficiente, recabada durante el ejercicio de su cargo como delegado del Gobierno, para ´reventar´ a quien se confirma como su sucesor con la pretensión de convertirse en el futuro presidente de la Comunidad de Murcia.

Si el presidente regional, López Miras, pidió la cabeza del superconcejal murciano Roque Ortiz por haber propuesto éste, cuando se creía ajeno al foco público, iniciativas electorales impropias, ¿cómo debería contemplar que el exdelegado del Gobierno anuncie en petit comité que se dispone a ´reventar´ a su sucesor en el cargo, el socialista Diego Conesa, gracias a la información de que dispone tras haber ejercido ese cargo? Antes de que intervenga la Fiscalía debería hacerlo López Miras, para asegurar a la sociedad murciana que un político que maneja ese propósito no encaja en el PP. A no ser que el presidente murciano entienda que en la Constitución cabe cualquier tipo de práctica menos la que normaliza la moción de censura.

Bernabé: otro que por hacer méritos se ha quemado. Y quien pretenda protegerlo se achicharrará con él. Renovación o suicidio.