El PP nunca se caracterizó por su buen gusto a la hora de hacer oposición, antes al contrario. Cuando no ha gobernado, sus señas de identidad siempre fueron la desmesura, la falta de respeto, el todo vale a la hora de mostrar su desacuerdo, porque siempre estimaron que solo su partido está legitimado para gobernar este país. Pero tengo la sensación de que los miembros de esta formación política nunca comenzaron sus diatribas contra el Gobierno, que no presidieran ellos, tan tempranamente. Y es que el mismo día que legítimamente (por mucho que nieguen la mayor, la oposición se ha basado escrupulosamente en la Constitución para ganar la moción de censura) Pedro Sánchez era proclamado en el Parlamento presidente del Gobierno de España, ya tuvimos que oír al portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernándo, acusando al líder socialista de poner en jaque la unidad de España, de ´mendigar´ para su investidura el apoyo de los independentistas porque, según él, se desconocen los acuerdos a los que el nuevo Gobierno ha llegado con ellos. Se le olvidó decirnos a qué acuerdo había llegado el Gobierno de Rajoy con el PNV para justificar la partida de cientos de millones de euros de los Presupuestos del Estado, adjudicados a un partido que se está planteando, junto a Bildu (los etarras, según los populares), incluir en un nuevo Estatuto el pasaporte vasco y la nacionalidad de esa tierra. Pero al parecer esa intervención de Hernando en el Parlamento ha sido el pistoletazo de salida para que los responsables del PP se lancen por los caminos de la hipérbole, el ditirambo, la exageración y todos los excesos lingüísticos que ustedes se imaginen.

Excesos que les hace faltar a la verdad hasta el más absoluto de los ridículos. Porque ridículo, sin paliativos, es lo dicho por el presidente de la Comunidad, López Miras, en un acto de su partido y es que, ´poniéndose la venda´ por si acaso, se refirió al nuevo Gobierno diciendo cosas tan extrañas como: «Íbamos a seguir creando puestos de trabajo, íbamos a seguir bajando impuestos, porque por fin, después de tanto años, llegaba el AVE, porque después de treinta años se iba a abrir el aeropuerto de Corvera». Sí, han leído bien, según el presidente de Murcia «después de treinta años se iba a abrir el aeropuerto de Corvera», jugando con fechas tendentes a confundir al personal. Como si la idea de hacer otro aeropuerto en Murcia hubiese sido del Gobierno que precedió a los del PP, el del PSRM-PSOE. Pero no, los populares comenzaron a gobernar esta Región en 1995, con Ramón Luís Valcárcel al frente. Y fue el señor Valcárcel quien decidió que se hiciese un aeropuerto en Corvera. Y las obras comenzaron gobernando el PP, en julio de 2008. Terminaron a principios de 2012 y, por fin, esta prevista su apertura para enero de 2019. Esto es así, y el fragor del entusiasmo de una intervención de partido no puede llevarle a mentir y a tergiversar los hechos. Al final, el que lleva sin gobernar esta región desde hace 23 años va a ser el culpable de las consecuencias económicas de los sueños de grandeza que los populares han ido vendiendo: desde un parque temático (el más grande el mundo mundial), a algo que llamaron Contentpolis y que al parecer situaría a la Región «en la vanguardia de la innovación del audiovisual digital, como sector generador de empleo y riqueza». Quimeras que se quedaron en el camino, después de dejar en la cuneta miles y miles de euros sin que se haya dado ninguna explicación. Un poco de más prudencia no vendría mal. Deberían de aprender, de una vez por todas, que en democracia todos los partidos legalizados están legitimados para gobernar su país. Aunque a los populares les cueste tanto creerlo.