Ni soy rubia ni me pinto los labios, ni me hace falta hacerlo para solidarizarme y salir en defensa de todas las mujeres que son víctimas de un machismo rancio que aún está muy presente en nuestras casas, en nuestras calles. Como tampoco me hace falta que el líder de Movimiento Ciudadano, José López, aluda y trate de ridiculizar la imagen del PP o de su recién nombrada candidata a la alcaldía de Cartagena, Noelia Arroyo, para saber que el desprecio y el menosprecio, el insulto, las faltas de respeto y la provocación continua son una constante en los discursos y debates de quien ha sido nuestro alcalde durante dos años.

Su verbo rápido y agresivo y sus formas de mal gusto se desbordan con tanta facilidad que, para muchos, llegan a hacerle perder la razón, incluso cuando la tiene, y provoca que sus lícitos argumentos y reivindicaciones, que pueden compartirse o no, pierdan fuerza por su grosería y hasta por su prepotencia al exponerlas, como si no hubiera alternativa más leal, noble y certera que la que él plantea.

López ha pasado cuatro años en solitario en la oposición, en los que desde su sillón en el salón de plenos ha lanzado sapos, culebras y todo tipo de lindezas contra sus adversarios políticos. Después, ha sido el director de la orquesta política municipal durante dos años y, pese a su responsabilidad de llevar la batuta en las representaciones plenarias, era quien más desafinaba, quien más ruido hacía, quien más atacaba a sus contrincantes. Y ha tenido para todos los gustos y para todos los colores. Tras la ruptura del pacto de Gobierno que él mismo se ganó a pulso, calificando de inepta a quien le prestó su apoyo para encumbrarlo a la alcaldía, ha vuelto a la oposición, donde, libre de compromisos, se ha desatado contra la regidora y su equipo de Gobierno, hasta el punto de que ya le han expulsado una vez del pleno.

A nadie debiera sorprender a estas alturas que el exalcalde no dejara pasar ni 48 horas desde la designación de Noelia Arroyo como alcaldable por parte del PP para abalanzarse contra la que va a ser su principal rival en las urnas, con permiso del resto de partidos. Él niega que lo de «peluca rubia y labios bien pintados» sea una alusión personal hacia la también portavoz del Gobierno regional. Admitiremos pulpo, pero lo dijo en medio de otras alusiones personales que sí iban dirigidas directamente contra ella. Si esta burda descripción vertida por López es o no machista que lo juzgue cada uno. En cualquier caso, forma parte del peculiar y polémico estilo del exalcalde, es una metáfora (así lo llama él) desafortunada y desagradable dicha con toda la intención de molestar y de generar malestar, es un llamamiento más a la disputa, al pulso político, a la batalla de los votos.

Estoy convencido de que ni la propia Arroyo ni nadie en el PP ni en Cartagena se ha echado las manos a la cabeza al escuchar a López, más bien habrán pensado que otra vez el líder de MC y su mala boca o, como tituló esta redacción, erre que erre. Lo sorprendente es que sólo unos días antes del estallido de esta polémica, más mediática que real, esos mismos que ahora lo repudian se sentaban con él y los suyos a negociar los presupuestos municipales, nuestro futuro, a pesar de que el exregidor se refiere a ellos día sí, día también como corruptos y ladrones. Si alguien me atacara como López ataca a los populares y a otros colegas, dudo de que me sentara con él para hablar de nada, al menos hasta que se retractara. Y en su relación con el PP, López ya había colmado el vaso con múltiples gotas de acusaciones y alusiones personales con anterioridad.

A López, al que muchos censuramos y del que nos avergüenzan sus formas, lo hemos alimentado todos. Los que le hemos dado titulares de gran tipografía y hasta de portada a sus ocurrencias desde que irrunpió en el panorama político local y regional. Los que le invitan a un plató para utilizarlo como reclamo televisivo, como si fuera un ´payaso´ político, que se deja atizar por la izquierda y por la derecha con tal de proclamar su mensaje, convencido de que es el auténticamente verdadero. Los que le han reído las gracias cuando se dirigían a otros, en lugar de solidarizarse con los menospreciados. Los que le han dado su apoyo y su voto y se han sentado a su lado durante dos años en los que han tenido tantos motivos para censurarle como los que esgrimen ahora, pero que han esperado a una mejor oportunidad para hacerlo. Y, por supuesto, los más de quince mil cartageneros que le compraron el discurso de justiciero y salvador ante el avance de una mugrienta corrupción contra la que urgía una rebelión en las urnas. Me consta que bastantes de esos votantes se han arrepentido ante el lamentable espectáculo que la política cartagenera da en los plenos y en los medios de comunicación, como también me consta que otros muchos se han sumado y aplauden ese discurso, «porque dice verdades como puños». esgrimen- Y es que a jueces y a verdugos en este país, no nos gana nadie.

He escuchado a López decir estos días para defender su estilo abrupto de expresarse públicamente que «con la verdad se va a todas partes». Y no puedo estar más de acuerdo, aunque convendría que los asesores de los que se rodea le indicaran que si la verdad lleva de una mano a la educación y de la otra al respeto es más veraz. Aunque tal vez, sus cuentas electorales les muestren que es más rentable la confrontación exacerbada que lleva al hartazgo y la desesperación de sus rivales, que se toman en serio las ´metáforas´ despectivas de López, en lugar de pagarle con la misma moneda de la ridiculización o, lo que sería más deseable, de replicarle con la indiferencia, aunque eso no dé votos.

Porque corremos el riesgo de convertirlo todo en un debate trivializado y absurdo en el que los listones de la cordura se pongan tan bajos que nos cueste distinguir lo que es realmente grave de lo que sólo son tonterías. Porque cada vez cometemos más el error de fijarnos en el envoltorio que en el contenido. Porque siempre somos más los que nos quedamos mirando la pelea y hasta animando a los contrincantes, como si tuviéramos algo que ganar o que perder, que los valientes que se lanzan a separarlos aún a riesgo de llevarse un puñetazo.

«Sabemos lo que tenemos que hacer desde el primer momento, sabemos lo que quieren los ciudadanos, que los políticos dejen de ser un problema», dijo Noelia Arroyo nada más ser designada candidata del PP a la alcaldía de Cartagena. Le queda lo más difícil, no caer en la trampa.